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La primera cantante de 'Katiusha' cumple 110 años

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Una de las grabaciones más tradicionales y conocidas de ‘Katiusha’, canción sobre la espera de una joven por un soldado, pertenece a Lidia Ruslánova, una campesina de fama nacional a quien no molestaron ni su prisión en un gulag ni la falta de educación. Hoy se celebran 110 años desde su nacimient
La primera cantante de 'Katiusha' cumple 110 años

Una de las grabaciones más tradicionales y conocidas de  ‘Katiusha’, canción sobre la espera de una joven por un soldado, pertenece a Lidia Ruslánova, una campesina de fama nacional a quien no molestaron ni su prisión en un gulag ni la falta de educación. Hoy se celebran 110 años desde su nacimiento.

Haga clic para escuchar la canción 'Katiusha'.

La popularidad de Ruslánova con su repertorio de canciones de guerra y de folklore fue extremadamente grande. Existe la leyenda de que una gente detuvo un tren en el Este Lejano de Rusia, al saber que venía la cantante. Solo para verla y, con suerte, escucharla. Los discos de gramófono de los años 1930-40 eran de mala calidad, pero la riqueza y energía de su voz singular en canciones como ‘Katiusha’, ‘Válenki’ y ‘Estepa alrededor’ se abrían camino hacia el amor nacional.



No obstante, el destino de la cantante no fue fácil. Perdió a su familia muy temprano y se crió en un orfanato, tuvo solo tres años de educación en un colegio de la iglesia y dos años de clases en el conservatorio, pasó por el frente de dos guerras, perdió a su hijo, sobrevivió en un gulag y en la prisión y… volvió al escenario nacional. Cada línea de este 'punteado' general de peripecias vitales podrían convertirse en balas mortíferas, pero, como recordaba Ruslánova misma en sus memorias: “a cambio de canciones me ayudaron todos”.

Su cuarto marido fue un general militar, Vladímir Kriúkov, el compañero del mariscal Georgí Zhukov, contra el que Iósif Stalin organizó una campaña. En 1948 Stalin arrestó a los socios cercanos de Zhukov con la acusación de abuso del poder para enriquecerse. Kriúkov y Ruslánova fueron llevados a Lubianka, sede de la entonces KGB. A Ruslánova la amenazaron con que si no firmaba materiales comprometedores, la enviarían a prisión. No le dejaban dormir, la congelaban en una celda, pero no firmó, ni su marido tampoco.

En aquel tiempo era una de las artistas mejor pagas del país y tenía una colección de tesoros y pinturas a escondidas. Su marido tenía coches y regalos de gran precio. Esto encajaba perfectamente en el caso de abuso con bienes de trofeo (a pesar de que todo lo que tenía lo había comprado).

Paradójicamente les acusaron de promover la difamación del poder soviético y estar vinculados con uno de los militares que pretendía el puesto de dirigente del país. Les enviaron a los gulag en la región de Irkutsk en Siberia de Este. Allí ya estaban muchos artistas rusos, como el legendario violinista David Óistraj, varios solistas del Teatro Bolshoi, compositores, bailarines etc. El rumor de que Ruslánova estaba en un campo pasó por los pueblos cercanos y la gente empezó a llevar manoplas, zapatos, comida. Por el temor a la gente reunida por amor a Lidia, la pasaron a la prisión Vladímirski Central, donde en la humedad pasó por 12 pulmonías y unos infartos.

Cinco años después los liberaron. El terreno de sus primeros conciertos tuvo que ser rodeado por la policía porque la cantidad de oyentes era inmensa.



La primera canción que oyó en su vida Lidia Ruslánova era una lamentación de su abuela. La lamentación es un género de canciones cuyo tema es la desgracia o la muerte. Su abuela cantaba cuando el padre de Lidia se había ido a la guerra. Más tarde, en los conciertos del frente de la guerra civil en 1918 y después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), sus canciones también eran dirigidas a los soldados. Pero eran de otro tipo, a veces líricas, pero de un lirismo que sólo animaba.



La ‘Katiusha’ de Ruslanova no solo 'luchaba' por el estado de ánimo de los soldados, sino que también peleaba en el sentido literal: la cantante compró dos baterías de lanzamisiles ‘katiusha’ para el ejército soviético. Este acto no fue extraordinario, pues los pueblos enteros reunían sus recursos financieros para comprar, por ejemplo, un tanque para el frente de guerra.

Ruslánova recorrió el país de cabo a rabo con los conciertos, desde los campos durante la temporada de la cosecha, hasta las fábricas y barcas pescaderas; desde las ciudades detrás del círculo polar hasta los Urales, Liberia y el Lejano Este.

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