Los líderes europeos han acordado durante la cumbre de la UE celebrada en Bruselas hacer enmiendas en el Tratado de Lisboa, el principal documento constitucional de esta institución europea. La iniciativa fue propulsada por Alemania y Francia y pretende establecer un fuerte mecanismo anticrisis en la zona.
El Consejo aprobó un documento en el que se propone endurecer la política fiscal. Uno de los puntos más polémicos prevé introducir sanciones más duras a los países que violen los principios de la Unión Económica e incurran en un déficit excesivo.
Los líderes de los 27 países de la UE encargaron al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, que elabore un informe detallado sobre las estrategias de rescate para los estados insolventes. Además, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, se comprometió a preparar un estudio sobre las reformas necesarias en el Tratado para su desarrollo. Barroso y Van Rompuy planean presentar sendos documentos en diciembre, con lo que se aplaza la resolución de los problemas de la recesión hasta fin de año.
El proyecto se ha desarrollado en un clima bastante polémico y hasta ahora hay analistas que no están conformes con la iniciativa. El miembro británico del Parlamento Europeo Gerard Batten cree que la complicada situación financiera sirve de excusa para algunos países que quieren satisfacer sus propias ambiciones. Expresa que "el problema de siempre es que la Unión Europea es grande pero no tiene el poder suficiente. Por eso ve cualquier crisis como una excusa para demandar más poder y solucionar los problemas que creó ella misma.
Debido a la moneda única, las economías de países como Grecia, Portugal o España se encuentran en un estado pésimo. Y las de otros podrían estar mucho mejor si no fuera por las limitaciones que les impone la unión. Pero en vez de ello, se ven obligados a sacar del apuro a Atenas y otros. Tenemos que deshacernos de la moneda única y demás cargas financieras para que las naciones puedan renacer económicamente".