"No se realizará completamente el renacimiento espiritual de Rusia mientras permanezcan los restos de Stalin y Lenin en la Plaza Roja, o persista en los nombres de cinco calles y una estación de metro de Moscú el apellido de Piotr Vóikov, participante del asesinato del emperador ruso y varios miembros de su familia. Por un lado, se ha canonizado a Nicolás II y a miembros de su familia, por otro, está inmortalizada la memoria de un asesino, un infanticida, se mantiene el recuerdo del hombre que participó en este fusilamiento terrible. No sólo les fusilaron, ya que las balas rebotaron en los corsés de las hijas de Nicolás II y fallaron en matarlas; las asesinaron con las bayonetas de fusiles.
¿Por qué a las hijas? Es que todos se daban cuenta de que ellas eran inocentes. Y esos canallas las apuñalaban después de que empezaron a desvestirlas, desvestirlas ya sabemos con que fin. Pero el instinto se rindió a la codicia cuando notaron los brillantes ocultos bajo las ropas.
Vóikov participó en el desmembramiento de los cadáveres: cortaron las cabezas, brazos, piernas. Él personalmente llevó ácido sulfúrico. Ese canalla también está enterrado en la Plaza Roja. ¿Debe estar allí? Y si algún joven va en el metro cree que aquella estación dedica su nombre a un héroe.
¿Por qué los que votan por los Comunistas en Rusia son tres veces más que en Ucrania? Tenemos un pasado soviético común, un nivel de vida equivalente y rasgos similares. Una de las causas consiste en que en Ucrania quitaron los monumentos soviéticos, renombraron las calles que llevaban los nombres de Lenin y otros, mientras que en Rusia todo esto se mantiene.
Lo bueno es que el 65% de los diputados parlamentarios ya han apoyado la iniciativa para que se le quite el nombre de Vóikov a las calles y a la estación de Moscú que lleva su nombre. Parece que, paulatinamente, los legisladores comienzan a entender que hay que despedirse de este pasado sangriento", comentó Vladímir Lavrov.
La Revolución rusa: 93 años más tarde