Conozca Sahara Occidental: un maratón a través de la tragedia del país
¿Qué puede hacer el hombre en un país donde la sociedad vive en un continuo conflicto, cuyo fin parece estar enterrado profundamente bajo su enorme capa arenosa?
Probablemente la respuesta sería ir en contra de los elementos de la naturaleza, contra la monotonía desértica, la inestabilidad política y social que llevan sacudiendo a este país en un conflictivo proceso de descolonización desde hace más de 30 años.
Así es Sahara Occidental, cuyas fronteras oficiales con los estados vecinos ya se borraron con el tiempo y con los fuertes vientos de arena. Esta intranquila zona que durante muchos años presenta un campo de un prolongado pero poco conocido conflicto regional ocupa unos 230 kilómetros cuadrados de territorio, cuyo único río estable parece ser el de ‘sangre y lágrimas’ de su gente que lleva tanto tiempo deseando la resolución del controvertido problema saharaui. Ver fotos de Sahara Occidental
Dicha disputa surgió cuando el proceso de descolonización del territorio fue interrumpido en 1975 porque su ex metrópoli, España, que en el siglo XIX lo había recibido como una parte de la 'tarta de colonización' mundial, lo abandonó en manos de Marruecos y Mauritania (conforme al Acuerdo Tripartito de Madrid sobre el Sahara Occidental, firmado el 14 de noviembre en 1975).
Desde aquel momento el enclave, rico en depósitos minerales, especialmente fosfatos, y potencialidades pesqueras, no ha podido obtener la independencia política. En la actualidad está ocupado casi en su totalidad por Marruecos que reclama su soberanía sobre Sahara que no reconocen ni las Naciones Unidas ni la comunidad internacional. Además esta soberanía es rechazada por el Frente Polisario, que proclamó su independencia en 1976, creando la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), reconocida hasta el momento por más de 80 países. De este modo su actual estatus se podría calificar como territorio no autónomo bajo supervisión del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, con el fin de erradicar el colonialismo.
En el conflicto –aparte de Marruecos y Frente Polisario– están implicados de manera indirecta varias naciones regionales como Argel, España y Francia. Argel apoya al Frente Polisario ya que no quiere que con la anexión definitiva de Sahara Occidental, Marruecos se convierta en la gran potencia del Magreb. Mientras tanto España y Francia aplican una política bastante cautelosa para evitar el empeoramiento de sus relaciones con los gobiernos implicados.
La posición española es poco envidiable ya que la opinión pública está francamente a favor de la causa independentista saharaui. Por lo visto, Madrid, para mantener buenas relaciones con sus socios comerciales más importantes en África –Marruecos y Argel– se ve obligado a maniobrar continuamente. La política oficial de La Moncloa está orientada hacia la necesidad de celebrar un referéndum sobre el futuro de este territorio. A causa de la política obstruccionista de Rabat el deseado plebiscito no ha podido realizarse hasta ahora.
Es un conflicto ya casi olvidado, ya que ni siquiera la ONU últimamente es capaz de lograr avances en la solución de la confrontación.
Por ello hay ONGs y entusiastas, entre ellos muchos españoles, lo que por diversas formas procuran atraer la atención internacional hacia Sahara Occidental y las condiciones paupérrimas de vida del pueblo saharaui.
Por ejemplo, varios voluntarios, junto con la Secretaría de Estado del Deporte del Gobierno de la RASD han ideado una estupenda forma de promover la causa, mediante una combinación del deporte, actitud cívica y apoyo humanitario. Se trata del ‘maratón del desierto’ o ‘Sahara Marathon’ que de año en año cobra mayor popularidad. Por ejemplo, en esta edición celebrada el pasado 22 de febrero participaron 878 deportistas semiprofesionales de 28 países. El ganador que con mayor celebridad cubrió los 42,195 kilómetros de esta agotadora carrera por el desierto resultó un español Juan Carlos 'Jon' Salvador Villa, de Bilbao. Ver fotos del maratón del desierto
A diferencia de otras competiciones que se coronan con suculentos premios o medallas de metales preciosos, el Maratón de Sahara no tiene fines lucrativos y los ganadores no reciben ninguna recompensa monetaria. Sin embargo los que suben al podio son aclamados por numerosos espectadores como auténticos héroes.
El objetivo fundamental de la prueba no es deportivo –aunque el espíritu combativo entre los participantes está presente– sino más bien humanitario y político. Los organizadores quieren dejar la constancia de que el conflicto de Sahara no está solucionado y los refugiados siguen viviendo en condiciones infrahumanas. Es un objetivo muy noble que goza del total apoyo de la opinión pública de muchos países.
RT ha tenido el privilegio de entrevistar a un participante que vivió en directo el Maratón. Se trata de Sergio Hernández-Ranera Sánchez que cubrió como fotógrafo profesional las peripecias de esta carrera. La entrevista figura a continuación:
El Maratón que ha tenido diez ediciones ya se ha convertido en una especie de tarjeta de presentación de Sahara Occidental, a través del cual cada vez mayor número de personas se familiarizan con el tema saharaui.
Hay muchos que afirman que el Maratón dejara de celebrarse desde el momento de la solución pacífica del conflicto. Sin embargo, según todo indica, todavía tendrá largos años de vida. A finales de febrero del año que viene se celebrará otra edición de la carrera. Será un nuevo episodio lleno de esperanza porque los atletas que participan en la competición y aspiran a llegar primeros se asemejan metafóricamente a los saharauis que no pierden esperanza de llegar a la meta, una vida feliz y próspera en su patria independiente. La patria está cerca, pero entre ellos y la tierra natal está un alto muro artificial infranqueable de arena y concreto, que representa un nefasto y vil símbolo de las interminables disputas políticas. Ver fotos del maratón del desierto
Fotografías: Sergio Hernández-Ranera Sánchez
Música: Tinariwen
Nadia Dementieva, RT