Una marcha reivindica en Londres justicia contra el abuso policial
La muerte en custodia sigue siendo un tema polémico por el que en alguna ocasión las autoridades han sido acusadas por abuso, negligencia, racismo y de encubrimiento de las causas de estos fallecimientos. Estando las fuerzas del orden en el epicentro de la controversia.
El 2 de noviembre de 2010 los familiares y amigos de las víctimas de este tipo de circunstancias se reunieron en una marcha en el centro de la capital británica, Londres. Y no sólo para reclamar públicamente justicia, sino para obtener explicaciones al respecto y saber el porqué.
Este es tan sólo un caso de los muchos que han sido denunciados: Samantha Rigg-David recuerda con claridad el día que murió su hermano, que padecía problemas mentales. Ella relata cómo las fuerzas de seguridad lo detuvieron en la calle, lo metieron en una furgoneta y lo llevaron a la comisaría. Pero por el camino supuestamente debido de los nervios por el sobresalto vivido, el joven dejó de respirar. Ninguna investigación fue iniciada al respecto. “Ahora no puede haber ningún buen resultado, mi hermano está muerto. Sabemos bien que nada le devolverá la vida. Pero estos casos han tenido lugar durante tantos años… Hasta detienen a gente vulnerable, con problemas mentales y luego les dejan morir”.
En alguna ocasión parece ser que el peligro viene de las personas destinadas a garantizar la seguridad de los ciudadanos. Según la Comisión Independiente de las Denuncias de la Policía, cada semana al menos una persona pierde la vida mientras se encuentra bajo la tutela policial.
Zia Ullah, hermano de un drogadicto recuperado que murió en 2008 tras una rutinaria inspección por parte de la policía relata lo que sucedió en su caso “él murió cuando ellos lo detuvieron… uno de los policías estaba delante, otros dos lo sujetaban de las manos, luego lo pusieron de rodillas y empezaron a pegarle en la espalda… así fue como murió”.
El silencio ha sido la única respuesta de las autoridades policiales en los últimos 10 años. Durante dicho período son más de 400 las muertes que estuvieron relacionadas de una u otra manera con las acciones del servicio del orden público y ninguno de los supuestos responsables ha sido incriminado hasta el momento.
Lo mismo ocurrió con un vendedor londinense de periódicos llamado Ian Tomlinson, que el 1 de abril de 2009 cayó muerto a manos de un agente durante las protestas contra el ‘G-20’. Entonces el policía quedó en libertad y sin cargos.
Ken Ferrow, miembro de la campaña ‘Familias y amigos unidos’ comenta al respecto: “No es que los policías cometan delitos menores, se trata de crímenes graves, de homicidios. Y es la razón porque la gente viene aquí y exige que la situación cambie. Si se dan a conocer casos de violación de derechos humanos en Irán o, digamos, en China, siempre reclamamos justicia, pero si eso pasa en Gran Bretaña… no pasa nada, silencio absoluto.”
De esta manera como los funcionarios parecen no oír los gritos que claman justicia, estos manifestantes les dejan cartas de reclamación, pegándolas en las puertas cerradas. De veras, a veces el silencio dice más que mil palabras…