Benedicto XVI inició su visita a España criticando a la sociedad española
Santiago de Compostela ha sido el punto de partida en la visita apostólica del jefe de la Iglesia Católica Romana, Benedicto XVI a España. A su llegada, le recibieron en el aeropuerto el Príncipe heredero Felipe de Borbón, su esposa, la princesa Letizia, el vicepresidente primero del Gobierno español, Alfredo Pérez Rubalcaba y el presidente de la Junta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, entre una gran afluencia de los funcionarios regionales y locales.
Durante el acto de acogida el Papa señaló que llegaba a Santiago como peregrino para rendir homenaje a las reliquias de San Jacobo, que se hallan depositadas en la catedral compostelana. Efectivamente, una vez terminada la ceremonia, el cortejo papal se dirigió hacia el templo, donde el Pontífice se postró ante el supuesto sepulcro del santo. Pero luego de la misa a la que asistían casi 10.000 creyentes el jefe de la Iglesia Católica encaminó una severa crítica contra la sociedad española.
Benedicto XVI desenmascaró un sentimiento no solo anticlerical sino anticristiano y el estilo agresivo que prospera en los medios informativos de España a la hora de hablar sobre la fe, la Santa Sede y los sacerdotes particulares. Admitió que el anticlericalismo difundido hoy por esta nación católica clave se remonta a los años 1930, cuando la iglesia sufrió una onda de violencia y maltrato, mientras el país tumbó su democracia inestable, sumergiéndose en la guerra civil.
Ante un conjunto de periodistas, Benedicto denunció que había creado una nueva oficina en Vaticano para luchar contra tales tendencias seculares por todo el mundo. Dijo que España era un foco particular para él, luego que había desempeñado un papel tan importante en la propagación del cristianismo en los siglos pasados.
En lo que refiere a su programa apostólico, el Pontífice reiteró que Santiago no sería su única parada en la Península Ibérica, sino también planeaba visitar Barcelona. En la capital catalana consagrará el aun inacabado templo de la Sagrada Familia que está en construcción desde 1882.
La exigencia de una lealtad a la Santa Sede por parte de la sociedad española no causó múltiples protestas en el suelo compostelano, a diferencia de Barcelona, donde miles de personas se congregaron aún el 4 de noviembre para condenar todos los puntos claves de la política actual de Vaticano. Alzaron su voz y sus pancartas contra los intentos de callar la generalidad del problema de pederastia en el seno de la Iglesia, contra los programas católicos para conservar la vida a los bebes indeseados, contra las propias pretensiones de convertir el mundo hispano de nuevo en un bastión de la fe. En estas vísperas de la llegada del Papa la iniciativa ‘No te esperamos’ sigue desenvolviéndose, dado que representa la opinión de una parte significativa de los vecinos.
En Santiago también se encontraban varios manifestantes que, reunidos en la Plaza Galicia, exigían ‘Galicia laica’ y proclamaban que ‘no esperaban’ a Benedicto y que ‘las mujeres gallegas están contra la Iglesia’. Pero éstos no representaban una cantidad muy elevada por lo que las fuerzas del orden pudieron controlar sin esfuerzos especiales aquellas protestas.