Por Godard no pasan los años
Hoy, 3 de diciembre cumple sus 80 años el realizador Jean-Luc Godard, una de las personalidades más emblemáticas del cine mundial, y con motivo de esta memorable fecha lo menos que se puede hacer es recordar la fabulosa labor de este genio de la cámara (tras la muerte de E.Bergman y M.Antonioni es probablemente uno de los pocos grandes maestros del cine) y describir de forma superficial la inmensurable profundidad de su arte.
Jean-Luc nació el 3 de diciembre de 1930 en París. En 1949 ingresó en la facultad de filosofía de la Sorbona, y fue en sus años de estudiante cuando se apasionó por el 'séptimo arte'. Tras conocer a los frecuentadores de la cinemateca francesa Jacques Rivette y Eric Romer juntos crearon Gazette du cinema, un antecedente a su trabajo para la revista Cahiers du Cinema. La última fue la cuna de la 'Nouvelle vague' (Nueva ola), un nuevo rumbo revolucionario del cine, cuyo representante más conocido es sin duda Godard.
Como realizador debutó en 1954 con su cortometraje 'Operation Béton', mientras que el primer largo 'A bout de souffle' (Sin aliento) fue el máximo manifiesto de la existencia de una nueva generación del cinematógrafo.
En los trabajos de Godard se pueden destacar tales temas clave como la juventud y la esencia de sus espontáneas protestas ('Banda aparte', 1964, 'La China', 1967); la represión de la personalidad ('El soldadito, 1960'); los orígenes y perspectivas de las tendencias totalitarias en el mundo contemporáneo ('Los carabineros, 1963', 'Alphaville', 1965, 'Week End', 1967); el arte y el artista ('Mozart para siempre', 1969).
En todas sus obras, realizadas en diferentes géneros y estilos –a partir de musicales hasta obras filosóficas- Godard no cesa de investigar la naturaleza de las relaciones humanas que, según él “dan lugar a la armonía y al mismo tiempo sumen en el caos”.
“En el cine me resulta interesante que no hay que inventar nada. Él puede ser todo en este mundo. Es un arte que puede ser escuchado, al igual que la música. En una película tiene que haber un principio, un centro y un final, pero no obligatoriamente en este orden. Al igual que en la vida…”, asevera el propio realizador.
Su larga carrera ha sido apreciada con numerosos premios y galardones internacionales. Así a fines de noviembre de este año la Academia de cine americana le rindió homenaje al otorgarle un Oscar de honor por el conjunto de su carrera por películas como 'A bout de souffle' (Sin Aliento) con Jean Seberg y Jean-Paul Belmondo, 'Le Mepris' (El Desprecio) con Brigitte Bardot, o 'Alphaville', con su ex compañera Anna Karina.
Durante su carrera quincuagenaria el cineasta hizo más de 70 filmes que elevaron su reputación como uno de los fundamentales modernistas en la historia del cine. Entre sus últimos trabajos se puede destacar 'Nuestra música' (2004), 'La catástrofe' (2008) y 'Socialismo' (2010).
Con la última película el ícono del cine galo, conocido por su innato desprecio a homenajes personalizados, no asistió a la ceremonia de entrega de los premios en Cannes en mayo de este año, al igual que había hecho caso omiso a la distinción oscarizada de Hollywood.
Mientras tanto hay que recordar la visita-sorpresa de este ‘ermitaño suizo’ (vive en la ciudad Rolle) a Moscú en 1992 debido a la apertura de la retrospectiva de sus películas en el Museo del Cine de la capital que organizaba la embajada de la Confederación Helvética. Por qué el legendario director quiso entonces llegar especialmente a este evento sigue siendo un enigma, pero tal vez la razón sea su continuo espíritu de rebelión, no-conformismo con los clichés y su constante ‘ansia hacia la libertad’. Según dicen los expertos su "mérito principal fue que demostró la posibilidad de no hacer caso de nada para preservar su independencia".
O probablemente fue porque Godard sentía siempre un interés especial por Rusia. Así hay que destacar una de sus películas 'Los niños juegan a Rusia' (1993), más bien dedicada a la memoria de los grandes escritores y literatos rusos que a personalidades reales, una obra más que demuestra la repulsa de director a toda clase de presiones y estándares.