"Gran príncipe" se quedó sin el Kremlin de Moscú
Un hombre quien se proclamó descendiente de una dinastía real rusa fracasó en mudarse al Kremlin en Moscú por rechazarle un tribunal sus reclamos a la actual residencia oficial del presidente ruso.
Tras examinar el caso del empresario Valeri Kúbarev que exigió de las autoridades que le den el usufructo vitalicio del territorio de la antigua fortaleza en el centro de la capital rusa, el tribunal de arbitraje moscovita desestimó la demanda del 'gran príncipe de Todas las Rusias' por falta de pruebas de que los derechos del demandante hayan sido violados.
Kúbarev, un diseñador de cohetería quien pasó a trabajar en el sector bancario en los 90 que no le sorprendió el dictamen y que intenta apelar y llevar el caso a la Corte Suprema y hasta al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
El empresario mantiene que es descendiente de Rúrik, líder vikingo que estableció la dinastía que gobernó la Rus de Kiev y luego Moscovia hasta finales del siglo XVII.
En agosto pasado los jueces aceptaron a trámite la demanda de Kúbarev contra el Gobierno de la Federación de Rusia, el Ministerio de Cultura y la Agencia Federal de Patrimonio Estatal. Por su parte, los representantes de los organismos se expresaron en contra de este proceso.
Según el supuesto príncipe, sus antepasados invirtieron grandes sumas de dinero en la edificación del Kremlin y por lo tanto es la persona más indicada para cuidar de este monumento histórico.
Los representantes de la administración del país señalaron que el Kremlin tiene el status de propiedad del Estado desde 1991. Además, algunas partes del monumento histórico son conservadas por la Unesco y ningún particular puede tener derecho a utilizarlas.
Mientras tanto Kúbarev quien representa un grupo de ´descendientes´ iguales no se limita a pugnar por la perla arquitectónica de la capital rusa. También quiere optar a recibir otra herencia de los zares rusos situadas en el territorio de Rusia, Ucrania y Polonia.