Joven, atractiva... y rusa. ¿Es esta descripción suficiente para suscitar sospechas de ser una espía? Al parecer, para el servicio de inteligencia británico la respuesta es 'sí'.
La reciente historia sobre la aparición de una presunta espía rusa en Gran Bretaña recuerda los tiempos de la Guerra Fría, cuando Occidente se enfrentaba a Europa de Este y se evocan las grandes intrigas de época.
Los reporteros, apasionados por tener su propia 'saga de espías', están buscando detalles íntimos sobre la vida de la joven rusa, que llegó al Reino Unido hace tres años para estudiar y consiguió trabajo como asistente de un diputado liberal demócrata. Las colegas del diputado, Mike Hancock, de 64 años, enciendieron aún más la hoguera al comentar que ella suele lucir una falda corta y tacones altos, y que a menudo fue vista almorzando en compañía de su jefe... Pero, ¿quién es Katia Zatuliveter?
“Una joven brillante e instruida que ama su país”
Su familia viene de la república rusa de Daguestán, aunque luego se trasladó a la región sureña de Stávropol. Allí, Katia frecuentó una escuela de idiomas especializada, y como muchos buenos alumnos, mantenía una relación amistosa con su profesora. “Era muy buena estudiante. Esta noticia me sorprendió, por supuesto. Antes de ver la foto no podía creer que se trataba de Katia”, comenta Irina Párshina, la antigua profesora de Zatuliveter.
Los amigos también describen a la joven como una estudiante excepcional y diligente, cuyo sueño era promover a Rusia en la escena internacional. Ellos tampoco creen que pudo participar de un crimen. “Estudiamos en la misma universidad. La carrera que hicimos fue la de 'Experto en Asuntos Internacionales'. Y es lo que Katia es: una joven brillante, instruida, que tiene vastos conocimientos y ama a su país, pero que decidió vivir en el extranjero y quería compartir esta experiencia. No creo que sea un crimen amar a tu país, irte al extranjero y no tener vergüenza de ello”, dice Daniela Loga, una ex compañera de grupo universitario de Katia.
El padre de la chica, el hombre de negocios Andrey Zatuliveter pudo pagar a sus hijas la educación en Inglaterra. Pero antes de salir para Londres, Ekaterina se graduó de la Universidad de Relaciones Exteriores en San Petersburgo. Debido a este hecho, 'The Times' bautizó la universidad como “uno de los principales lugares para contratar a espías para los servicios especiales”, olvidando que la rusa tiene un Máster de la Universidad inglesa de Bradford.
Zatuliveter luchará contra la deportación del Reino Unido
A pesar de la imagen positiva de la chica, el 2 de diciembre Katia Zatuliveter fue detenida por órdenes del Mi-5, la agencia de contraespionaje británica. Zatuliveter tiene la intención de apelar contra la deportación y afirma que está absolutamente segura de que ganará.
RT pudo contactarla a través de su correo electrónico. Ella dice que está apelando la deportación, y que hasta el momento no se han presentado pruebas de su culpabilidad. Trata de no perder el ánimo y, como cualquier chica de su edad, se preocupa porque alguien ha falsificado su cuenta en una popular red social. “¿Puede publicar que alguien creó un falso perfil mío en Facebook y respondía por mí las preguntas?”, pidió.
Su historia puede parecer una fascinante novela de policías, pero detrás de los atractivos titulares de los periódicos se esconde el drama de una joven, cuyos sueños se ven machacados por complicados juegos políticos.
¿Amar a Rusia no está de moda?
En actualidad aparece información de que las autoridades del Reino Unido impiden a la ciudadana rusa Ekaterina Zatuliveter recibir ayuda consular.
Los diplomáticos rusos expresan su perplejidad y lástima sobre este hecho y también porque una de las figuras centrales del nuevo 'escándalo de espías' resulte ser Mike Hancock, el diputado que simpatizaba por Rusia.
"Es doloroso que esto pase en tiempos de tendencias positivas en las relaciones entre Rusia y Gran Bretaña. Parece que a alguien esto no le gusta… Es notable que en el epicentro de este 'escándalo' creado artificialmente aparezca el Parlamentario británico, conocido por sus juicios equilibrados sobre Rusia”, dice el responsable de los asuntos de Rusia en Gran Bretaña, Alexander Sternik.
Lamentó que “la abierta expresión de su simpatía respecto a Rusia, por lo visto, no esté de moda y se considere casi una disidencia”.