El tráfico en la capital rusa se vuelve cada vez más difícil con el creciente número de coches que invadieron la ciudad. Este viernes, Moscú registró su récord en longitud de atascos: 3.000 kilómetros. Las autoridades elaboran un plan de lucha contra los embotellamientos.
Atascos por la mañana y atascos por la noche. Este paisaje se ha convertido en una dura realidad en el día a día de millones de moscovitas. Muchos ciudadanos coinciden en que ahora es el momento propicio para que se generen cambios radicales en el sistema de transporte de la capital rusa.
El nuevo alcalde de Moscú ha señalado que acabar con los problemas de comunicación en la ciudad será una de sus prioridades. El presidente ruso también ha tomado este asunto bajo su control personal. El plan del Gobierno para la lucha contra los embotellamientos ha sido publicado en Internet, y nada más aparecer ahí, motivó una gran cantidad de discusiones entre los automovilistas.
“Lo importante es que al fin las autoridades han reconocido que el problema existe, y que hace falta resolverlo. Esta decisión es crucial. El alcalde anunció que se está encargando del problema de la congestión de vehículos”, dijo Yaroslav Scherbinin, presidente del sindicato “Taxista”.
La receta anunciada pretende eliminar los pasos peatonales en las grandes avenidas de la ciudad. Entre otras cosas, se planea utilizar el terreno disponible al lado de las carreteras para construir nuevos carriles y también reducir la cantidad de entradas y salidas de las principales autopistas. Sin embargo, algunos expertos creen que la solución al colapso que existe en Moscú debe ser más global.
“A Moscú le hacen falta nuevas carreteras. Durante los últimos 50 años la extensión de éstas iba aumentando de forma muy lenta. Por ejemplo, tenemos 3 veces menos carreteras si nos comparamos con París. Y también es muy importante optimizar el uso de las vías que ya existen”, expresó Anatoli Pyabchinski, titular de una cátedra de seguridad de tránsito del Instituto de Ingeniería de Carreteras y Automovilismo de Moscú.
Mientras tanto, el tráfico en Moscú cada vez se vuelve más difícil visto el creciente número de coches en la urbe. La gente no puede planear su tiempo y, ante todo, sufre una constante tensión y estrés frente al volante. A menudo, al empezar el día con unas horas de atasco, ya se llega agotado para iniciar la jornada laboral.
“Claro que por un embotellamiento uno no va a tener un paro cardíaco. Pero la estancia en estos diariamente durante varias horas, respirando el óxido carbónico, además en una postura que no es nada natural, hace que el organismo humano se resienta mucho más rápido”, opinó Yevgueni Sháposhnikov, doctor en medicina y profesor en psicología.
Han quedado en el pasado las carreteras poco transitadas del siglo pasado. La nueva generación de moscovitas ni se imagina lo que es moverse fácilmente por la ciudad.
Mientras el gobierno capitalino emprende los primeros pasos para resolver la situación del tráfico, los ciudadanos están ansiosos por ver los cambios. Y aunque en las carreteras aún reina cierto escepticismo, lo cierto es que será el tiempo quien responda a la pregunta de si la gestión ha sido la correcta o no.