WikiLeaks: lucha difícil antidrogas de EE. UU. en el extranjero
Cables diplomáticos secretos señalan que una agencia antidrogas estadounidense se transformó en una organización de inteligencia global cuya jurisdicción no está limitada sólo a los estupefacientes. Además, contaría con un sistema de escuchas telefónicas de alcance tan amplio que tiene que defenderse contra políticos extranjeros que quieren utilizar su infraestructura contra sus enemigos políticos.
Los documentos confidenciales diplomáticos entregados por el sitio web WikiLeaks a organizaciones mediáticas aclaran cómo agentes antidrogas mantienen la diplomacia y la ejecución de la ley en lugares donde a veces es difícil distinguir entre políticos y narcotraficantes; en lugares donde los carteles de drogas son mini Estados cuya riqueza y violencia desatada por ellos les permite controlar a los gobiernos, informó el diario The New York Times.
Entre las filtraciones se menciona que el presidente panameño Ricardo Martinelli se dirigió el año pasado a la entonces embajadora estadounidense en Panamá, Barbara Stephenson, para que Estados Unidos le permitiera usar el sistema de escuchas telefónicas de la DEA (Drug Enforcement Administration) en el marco del programa Matador. Su intención era espiar a sus enemigos políticos izquierdistas de los que sospechaba de conspirar para asesinarle.
Según los cables, la diplomática se preocupó de que Martinelli, un magnate de los supermercados, no hiciera ninguna distinción entre objetivos legítimos de seguridad y enemigos políticos, rechazando el pedido en una reacción que causó meses de tensiones.
Martinelli propuso una ley que habría terminado el trabajo de la DEA con la policía panameña y trató de subvertir el control de la agencia sobre el programa contra el narcotráfico. Incluso amenazó con expulsar a la DEA del país por completo, diciendo que otros países, como Israel, cumplirían sus requerimientos de inteligencia con mucho gusto.
A medida que el enfrentamiento continuaba, los cables indicaron que EE. UU. propuso suspender el programa Matador en lugar de someterse a las demandas de Martinelli. El diario citó a funcionarios norteamericanos que señalaron que el programa fue suspendido, pero los británicos se hicieron cargo del programa de escuchas telefónicas y han compartido la inteligencia con Washington.
En una declaración el sábado, el Gobierno de Panamá dijo que lamentaba " la mala interpretación que las autoridades estadounidenses le hicieron al pedido de ayuda que se le formuló para luchar frontalmente contra el crimen, el narcotráfico y la delincuencia organizada".
"Nunca se le pidió ayuda para intervenir teléfonos de políticos. Cualquiera interpretación a tal solicitud es completamente equivocada", indicó un comunicado de la Secretaría de Comunicación del Estado.
Se dijo que Panamá continuará sus esfuerzos para detener la delincuencia organizada y destacó que Panamá sigue teniendo "excelentes relaciones con los Estados Unidos".
Entre otros episodios del trabajo de DEA en el extranjero se destaca un proceso importante de tráfico de cocaína en Sierra Leona en 2008, que casi fracasó por el intento de la Fiscalía General para solicitar 2,5 millones de dólares en sobornos.
En Guinea, el capo del narcotráfico más alto resultó ser el hijo del presidente y los diplomáticos descubrieron que, antes de que la policía destruyera una enorme porción de narcóticos confiscados, las drogas habían sido sustituidas por harina.
Asimismo, según las filtraciones, los jefes de las Fuerzas Armadas de México emitieron solicitudes privadas para una colaboración más estrecha con la DEA, confesando que tenían poca fe en las fuerzas de policía de su propio país.
Cables desde Birmania citan a informantes de la agencia que describen cómo la junta militar del país se enriquece con el dinero procedente de las drogas.
Los funcionarios de la DEA y el Departamento de Estado se negaron a comentar información que nunca debería haber sido hecha pública.
Al igual que muchos otros documentos confidenciales entregados por WikiLeaks en las últimas semanas, los que describen la guerra antidroga no son grandes revelaciones. Más bien ofrecen detalles que se suman a un panorama más claro de la influencia corruptora de la mafia del narcotráfico, para averiguar qué funcionarios extranjeros están en realidad controlados por capos de drogas, y comprender cómo la DEA que opera en la sombra del FBI se ha convertido en algo más que una agencia de drogas. La DEA ahora tiene 87 oficinas en 63 países y cercanas asociaciones con los gobiernos que mantienen la CIA a distancia.
Debido a la ubicuidad de la plaga de la droga, actualmente la DEA tiene acceso a los gobiernos extranjeros, incluidos los que llevan relaciones diplomáticas muy tensas con EE. UU. Muchos están ansiosos por aprovechar las tecnologías de detección de drogas y de escuchas telefónicas de las que dispone la agencia.