La incesante serie de violentas protestas en la mayoría de las ciudades de Túnez facilitó que se produjera una alternancia en el poder y el líder autoritario que presidía la nación a lo largo de 23 años, Zine el Abidine Ben Ali, dimitiera y abandonara el país en un avión privado.
Junto a varios miembros de su amplia familia, especialmente odiada por los vecinos del país a causa de la supuesta corrupción omnímoda, el Abidine dejó el país nativo de tal modo que el punto de destino de su aeronave permanecía desconocido. Poco más tarde el avión usó como un punto obligado el aeropuerto de Cagliari en la isla italiana de Cerdeña, donde repostó el combustible. En Francia, la antigua metrópoli, con la que las autoridades tunecinas mantenían las últimas décadas una estrecha cooperación, no se manifestaron entusiasmados con la perspectiva de cobijar al fugitivo político y él se dirigió a Arabia Saudita, donde aterrizó hace poco en el aeropuerto de Yidda.
El primer ministro en funciones de Túnez, Muhamed al-Gannushi, despedido por el propio presidente un día antes de abdicar, asumió el poder presidencial interino con motivo de una “temporal incapacidad del presidente a ejercer sus plenipotencias”. Gannushi prometió llevar a cabo las elecciones generales convocadas para el próximo abril aun por Abidine y gobernar el país antes de aquel término. Además invitó a los ciudadanos a respetar la ley.
Se informó también que los legisladores podrían nombrar al expresidente del Parlamento como jefe provisional de Estado, pero sus funciones legales también fueron canceladas por el decreto del fugitivo líder que disolvía la Cámara. Los líderes de la oposición tunecina refugiados que residen en París exigieron formar un gabinete provisional de coalición. En su comunicado conjunto, el Partido del Congreso Nacional, el partido comunista de Túnez y el movimiento islámico de An-Nahda enfatizaron que la tarea principal de este Gobierno interino será la organización de los comicios libres y democráticos.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió el viernes a los líderes de la nación a que actúen con prudencia respecto a los disturbios que han azotado la capital y otras ciudades durante los días anteriores. “La situación política se desarrolla rápido y cada esfuerzo debe hacerse en conjunto por todos los partidos involucrados para establecer un diálogo y resolver los problemas pacíficamente”, dijo Ban.
Zine el Abidine Ben Ali estaba presente en la política tunecina a partir de 1958, año siguiente de la proclamación de la independencia y de la república en esta parte del Magreb, antes colonizada por los franceses. Entonces fue nombrado director general de Seguridad. En la década de 1970 dirigió con éxito las actuaciones militares del Ejecutivo en la represión contra los sindicatos. Fue embajador en Polonia, ministro y primer ministro con Habib Burguiba antes de empuñar el cetro.
Con su huida obviamente pretendió evitar el destino de su precursor, Habib Burguiba, quien siendo declarado por el Parlamento presidente vitalicio del país, ya en muy avanzada edad, fue destituido en 1987 por el jefe de su gabinete. Esta fue la plaza que ocupó entonces el Abidine, quien produjo un golpe de Estado con el pleno apoyo del Ejército y luego retuvo al anciano Burguiba recluido bajo arresto domiciliario hasta su fallecimiento en 2000.