Los belgas protestan en masa por la falta de un gobierno en el país
Un conocido actor y humorista belga, Benoit Poelvoorde, ha hecho un llamamiento a todos los hombres de Bélgica para que dejen de afeitarse mientras el país siga sin un gobierno. Mientras tanto, miles de personas se congregaron ayer en este Estado en una manifestación contra la clase política del país, incapaz de constituir un gobierno tras más de siete meses de crisis.
Poelvoorde invitó a sus compatriotas a dejarse la barba hasta que Bélgica tenga un gobierno. "Hemos decidido no afeitarnos mientras no haya gobierno en Bélgica", ha dicho Poelvoorde en un mensaje emitido por un canal de televisión en el que ha exhortado a unirse a "todos los que creen que ya es hora de un gobierno y de que hace falta un pequeño esfuerzo por parte de cada uno".
El domingo más de 15.000 ciudadanos del país, la mayoría jóvenes, salieron a las calles de Bruselas bajo la consigna de '¡Vergüenza!'. Esta manifestación fue convocada por iniciativa de cinco estudiantes que hicieron un llamamiento masivo por internet.
Fue la primera vez desde las últimas elecciones legislativas, en junio de 2010, que los belgas, polarizados entre las comunidades francófona y flamenca, expresaron tan masivamente su descontento contra la clase política y el inmovilismo que afecta al país.
La manifestación de ayer ya ha sido denominada la 'marcha de la vergüenza' porque han pasado más de siete meses desde las últimas elecciones y el país sigue sin tener un gobierno, situación que le da a Bélgica un triste récord en Europa.
Antes fue Holanda en 1977 con 208 días y, de no cambiar las cosas, podría incluso batir el récord mundial por ahora en manos de Irak, que estuvo 289 días sin gobierno en 2009.
Desde hace 224 días los partidos belgas negocian un pacto para la reforma federal que permita la formación de un gobierno estable, pese a las diferencias entre formaciones flamencas y valonas francófonas que impiden un acuerdo oficial. Los flamencos desean una mayor autonomía para su región, sobre todo en materia fiscal y social, mientras que los valones temen que esto pueda conducir a la ruptura de Bélgica y buscan limitar la descentralización ante el temor de perder las transferencias financieras que perciben del lado flamenco.