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Falsas alarmas: terrorismo después del terrorismo

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Los recientes atentados perpetrados en Moscú han hecho que los habitantes de la ciudad estén en constante alerta. Ahora prestan una particular atención a las bolsas y cajas abandonadas, así como a personas que les parecen 'extrañas'. En caso de hallar algo sospechoso, no dudan en marcar el número

Los recientes atentados perpetrados en Moscú han hecho que los habitantes de la ciudad estén en constante alerta. Ahora prestan una particular atención a las bolsas y cajas abandonadas, así como a personas que les parecen 'extrañas'. En caso de hallar algo sospechoso, no dudan en marcar el número de la Policía. Si bien algunos lo hacen por preocupación y ganas de prevenir atentados, otros emiten alertas falsas sólo para 'divertirse'. Después de las explosiones en el metro moscovita y en el aeropuerto de Domodédovo, Rusia sufre ahora una nueva forma de terrorismo: el telefónico. El fenómeno se ha hecho especialmente notable en los últimos días. A partir del fin de semana pasado se incrementó considerablemente la cantidad de llamadas amenzanates que recibió la policía. Según informó el ministro del Interior ruso, Rashid Nurgaliyev, la cantidad de alertas falsas en la última semana se ha duplicado.

El sábado los seudoterroristas 'colocaron bombas' en tres grandes centros comerciales de Moscú. Miles de personas fueron evacuadas y la inspección de los edificios de miles de metros cuadrados llevó unas cuantas horas. Pero no se encontró nada sospechoso. El lunes los terroristas telefónicos se concentraron en los aeropuertos capitalinos: la policía recibió un aviso de un hombre que dijo que lo había abandonado "su amor" y que si no la encontraban, estallaría el aeropuerto de Domodédovo o cualquier otro. Encontrar al anónimo fue cuestión de unas horas: el hombre, de 53 años, fue hallado en su casa en estado de embriaguez. Ya tiene antecedentes similares y está registrado en un centro de salud mental moscovita. A lo largo del lunes la policía tuvo que dirigirse a inspeccionar el centro de televisión Ostankino, un McDonalds y los aeropuertos de Domodédovo y Sheremétievo.

De todos los 'bromistas' que se han comunicado con la policía en estos días ya se ha detenido a cuatro. Lo insólito es que todos ellos son bastante experimentados en este tipo de situaciones. Uno de los arrestados, de 35 años, ha 'minado' hasta el momento cinco aeropuertos, mientras que otro ha conspirado para explosionar el Kremlin. Todos ellos ya están en espera de juicio. De acuerdo a la legislación rusa, el delito de 'alerta falsa sobre un atentado' supone un castigo de una multa y hasta tres años de prisión.

La policía recibe aproximadamente 5 alertas falsas por día

El terrorismo telefónico se ha convertido en la 'peste negra' para los agentes de seguridad. Todos los días en distintos lados del país la policía recibe alrededor de 5 alertas que luego resultan falsas. En las semanas posteriores a un atentado la cantidad de amenazas llega a duplicarse. Ninguna llamada, incluso si desde el principio está claro que es 'una broma', se queda sin atender. Un grupo operativo se dirige al lugar, lo inspecciona y evacúa a la gente. Cada inspección supone unos gastos millonarios. Según datos del  Departamento de Transporte Público y Aéreo de Moscú, un operativo similar en un aeropuerto o una estación de trenes cuesta alrededor de 2 millones de rublos (unos 66.000 dólares).

En muchas ocasiones los 'bromistas' quedan impunes. Se estima que sólo un tercio de todos los casos abiertos por este delito se resuelve. Si el malhechor es menor de edad no es castigado. Si la broma no tiene consecuencias graves, los jueces se limitan a condenas con libertad condicional. En esta situación no es sorprendente el hecho de que la cantidad de aficionados telefónicos siga creciendo.

Las bromas tienen consecuencias

Las bromas son algo sin importancia. Entonces supuestamente no deberían afectar. Nadie sufre, ni mucho menos fallece. Pero no siempre es así. En la ciudad rusa de Voronezh un seudoterrorista 'atentó' contra un hospital de 9 pisos. Los 800 pacientes fueron evacuados, 170 de ellos se encontraban en estado grave. A una persona le tuvieron que retirar la respiración asistida y como consecuencia falleció. El delincuente telefónico no fue encontrado.

En el año 2010 de los 1.292 criminales telefónicos, sólo 68 fueron condenados a prisión (de hasta tres años), mientras que otras 164 personas recibieron condenas bajo libertad condicional, otras 121 personas fueron multadas (tuvieron que pagar de 200 a 1.000 dólares) y 22 condenados a labores forzosas. El resto de los 'terroristas' fue sometido a tratamientos psíquicos forzados.

Según el Ministerio del Interior, estos castigos no son suficientes. El titular del Departamento del Interior de Moscú, Vladímir Kolokoltsev, dijo el martes que delitos similares deben ser considerados como graves dado el monto de pérdidas materiales causadas por una simple llamada. "Se trata de daños morales y materiales serios tanto para los ciudadanos como para las instituciones. Provocan pánico e impiden que la policía se dedique a sus tareas primordiales. Estas actitudes deben suponer un castigo serio".

"Se vengan de todos y por todo"

Los psicólogos señalan que el típico terrorista telefónico, si no es un menor de edad que lo hace para divertirse, es una persona de edad media, propensa a sufrir depresión, sin trabajo ni posición en la sociedad que disfruta observando el miedo de otras personas. "Observando el pánico del prójimo se olvidan de sus fracasos. Para ellos es una manera de autoconfirmarse y vengarse. Se vengan de todos y por todo", explica el psicólogo criminal Mijaíl Vinogradov.

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