Policía pakistaní acusa al diplomático Davis de "asesinato a sangre fría"
Las fuerzas de seguridad de Pakistán acusaron el viernes al empleado del Consulado de Estados Unidos en el país, de “asesinato a sangre fría”. Así, quedó descartada la versión por la que Raymond Davis, quien a finales de enero mató a dos personas, actuó solo defendiendo su vida.
La investigación realizada por los agentes de la ciudad de Lahore, según su jefe Aslam Tareen, llegó a la conclusión de que Davis asesinó a dos hombres intencionalmente. Los inspectores determinaron, que disparó por la espalda a uno, cuando él ya quería escapar. Tareen también afirmó que aunque la pistola que portaban los supuestos asaltantes y con que, según el diplomático le amenazaron, estaba cargada de munición, no encontraron indicios de que estuviera preparada para hacerse uso, aseverando que no fue encontrada ninguna bala en el lugar de detonación.
Además, el responsable de la policía anunció que, aunque la posible inmunidad del acusado es cuestión del Gobierno, las fuerzas de seguridad ya plantearon la acusación preliminar, recomendando que fuera gestionado como si de un caso de asesinato se tratara.
Al mismo tiempo un juez responsable del proceso ordenó prolongar la detención del norteamericano por 14 días más. Respondiendo a las exigencias norteamericanas de liberación inmediata, solo pidiendo, que el Ejecutivo pakistaní aclare, si el sospechoso tiene de verdad la inmunidad, a la que hacen referencia los representantes estadounidenses.
Esta parte declara que Davis mató a dos pakistaníes, ya que trataron de robarle y estaban armados, e insisten en que goza de los derechos diplomáticos. Las autoridades locales por ahora prefieren no dar una respuesta concreta sobre el estatus legal del estadounidense, comentando que es una cuestión del Tribunal. Planteándose una situación muy difícil, ya que el accidente provocó mucha indignación entre la población, que de por sí no tiene mucha afición por estos ciudadanos extranjeros.
Tras estas declaraciones de la policía, Carmela Conroy, cónsul general de EE. UU. en Lahore, una vez más demandó que el funcionario fuera liberado, y comentó, que los testimonios de la gente confirmaban sus palabras en base a su autodefensa. Conroy añadió, que los países necesitan resolver el caso lo más pronto posible y continuar su colaboración, incluso “en nuestra lucha conjunta contra el extremismo”.