El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto al cual el presidente Hosni Mubarak entregó el pleno poder en el país, se comprometió en su primer discurso ante la prensa a cumplir con todos los acuerdos sociales e internacionales del Gobierno anterior. La declaración puede parecer redundante, tomando en consideración la presencia dentro de la Junta militar de los dos principales protagonistas del proceso (antes infructuoso) de la reconciliación nacional en las últimas dos semanas, el general Omar Suleimán y el mariscal de aviación Ahmed Shafik.
Otra medida anunciada, a lo mejor declarativa, es la prohibición de salir del país a 43 funcionarios, entre ellos los titulares de distintos ministerios, tanto del gabinete de Shafik como del anterior, que encabezaba Ahmed Nazif. Uno de los afectados por la sanción es el titular de Información, Anás al Fiqi, uno de los pocos no militares dentro de la reciente composición del Ejecutivo egipcio derrocado, por lo tanto, fuera de la autoridad vigente. El fiscal general de Egipto, Abdelmeguid Mahmud, autorizó encerrarle bajo arresto domiciliario, a raíz de que los militares le habían detenido ya en un aeropuerto, cuando intentaba partir hacia Londres.
El propio exprimer ministro Ahmed Nazif (2004-2011) corre el riesgo de comparecer ante la Justicia, a la luz de las denuncias presentadas contra él por supuestos hechos de corrupción.
La Junta gobernante consta del mariscal de Ejército y exministro de Defensa Mohamed Hussein Tantawi; el jefe del Estado Mayor de las FF. AA., el teniente general Sami Anan; el comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, el mariscal Reda Mahmoud Hafez Mohamed; el comandante en Jefe de la Marina, el vicealmirante Mohab Mohammed Hussein Mamish; el comandante en Jefe de la Fuerza antiaérea, el teniente general Abd el Aziz Seif-Eldeen. Y los ya mencionados exvicepresidente y jefe de los servicios secretos, el general Omar Suleimán y el mariscal de aviación Ahmed Shafik, nombrado primer ministro el pasado 29 de enero, también son miembros de la mencionada autoridad.
El cambio político que sí ha tenido lugar se constituye en que el poder civil y la responsabilidad no quedaron divididas en las manos de los que gozaban de este poder, en un grado mayor o menor desde la época de Gamal Abdel Nasser. Y esto supone que los expresidentes Anwar as-Sadat y el propio Mubarak, que es general de la misma Fuerza Aérea, nunca cesaron de ser militares, nunca se separaron de este ambiente. Por eso uno de los miembros del actual Consejo Supremo, el mariscal del Aire Reda Mohamed, no engañó al agradecer a Hosni Mubarak “por todo lo que había hecho por Egipto en los tiempos de paz y de guerra, por su patriotismo y porque siempre consideraba su prioridad los intereses del pueblo”.
Otro portavoz de la Junta, el general mayor Mohsen el-Fangari pidió a la sociedad, en particular a los millones de los empleados en el sector público, exactamente lo mismo que les pedían anteriormente el mariscal Shafik y el presidente Mubarak: y es volver a “trabajar para empujar la economía adelante”. Es decir, entre las primeras declaraciones del recién conformado gabinete fue reiterado el llamamiento que no pierde su valor en ninguna época: que los ciudadanos ayuden a la economía a superar las perturbaciones de las tres semanas pasadas.
De la misma rueda de prensa se esclareció también que los militares “piensan con mucha ilusión en una transición pacífica hacia un sistema democrático libre, para permitir a una autoridad civil elegida ser responsable del país, construir una nación libre y democrática”.