El régimen de servidumbre en Rusia fue abolido por el manifiesto que promulgó el emperador Alejandro II el 3 de marzo de 1861 (el 19 de febrero, según el calendario Juliano). Esta fecha conmemora la liquidación en Rusia de esa forma de vinculación entre los campesinos rusos y sus señores feudales.
Alejandro II accedió al trono en 1855 tras la muerte del zar Nicolás I. El sucesor heredó un país debilitado por el reinado de su padre, llamado por sus contemporáneos “el gendarme de Europa”, y gobernó el país hasta su trágico asesinato a manos de terroristas en 1881. A Alejandro II se le debe la abolición de la servidumbre que consideraba como el problema principal del desarrollo político, económico y social del Estado.
La esclavización por servidumbre existía en Rusia en diferentes grados de dependencia entre los siervos ante los terratenientes: al principio los campesinos eran jurídicamente libres y en el siglo XV podían cambiar a sus señores feudales en "el día de Yuri" (San Jorge). Finalmente, la esclavización de los campesinos acabó en 1649 con el “Código de Concilio”
Las diferencias principales consistían en que un campesino podía quedarse o no en un terreno de su señor; ser o no ser vendido por separado de la tierra en la que trabajaba, en los plazos de búsqueda de siervos fugitivos, en la suma de la multa por fuga, etc. Finalmente las condiciones de los siervos se hicieron hereditarias y no podían abandonar la tierra sin el permiso de su señor.
En la Rusia antigua una enorme masa de campesinos fue repartida en dos grupos: primero, uno compuesto por los siervos estatales y eclesiásticos, y un segundo que dependía de la nobleza. A principios del siglo XIX se iniciaron algunas medidas para restringir los derechos de los terratenientes sobre los siervos: en 1808 fue prohibido vender siervos en las ferias, en 1833 fue vedado el separar a los miembros de una misma familia, etc.
En 1856 por Alejandro II fue organizado un comité secreto sobre “mejorar el modo de vida de los campesinos de terratenientes”. “El orden que existe en el asunto de la posesión de las ‘almas’ [así se denominaba a los siervos en Rusia] no puede quedar irrevocable”, manifestó el emperador en su discurso ante los nobles de la provincia de Moscú.
En aquellos tiempos en que la sociedad rusa requería con urgencia cambios del sistema político y social aparecieron por primera vez nuevas palabras de la esfera política: el “óttepel” (deshielo) y la “glásnost” (transparencia), las que serían revividas tras unos cien años en las épocas de Nikita Jruschov y Mijaíl Gorbachov.
El 19 de febrero de 1961, Alejandro divulgó el manifiesto sobre la reforma del régimen de servidumbre que implicaba la libertad de los campesinos rusos. Este fue el mérito principal de Alejandro II.
No obstante, las reformas de Alejandro tenían algunas fallas, en especial, los terrenos procedentes del reparto debían ser pagados por los campesinos junto con la redención de sus antiguas obligaciones feudales. La nobleza recibió el importe total del costo de manos del Estado mediante bonos por un monto equivalente al 90% de la tasación de las tierras enajenadas. No obstante, esta reforma fue fuertemente criticada por la derecha y la izquierda, sin embargo, a pesar de todas sus fallas, la abolición de la servidumbre fue un importante paso hacia la transformación de la sociedad rusa.
Además de la liberación de los campesinos, Alejandro II emprendió otras importantes reformas: la extensión de la educación y la creación del nuevo estatuto universitario de Rusia (1863); la reforma de los tribunales, creando tribunales con magistrados y jurados libres (1864); la liberación de la prensa (1865); una reforma administrativa que incluía cambios en el sistema del autogobierno en las regiones y la creación de poderes locales elegidos por el pueblo —los zemstvos— (1864) y en las ciudades (1870); la reforma militar (1874); y la construcción de ferrocarriles y otros.
La “revolución desde arriba” realizada por Alejandro II, denominada por algunos historiadores la “época de las grandes reformas”, a pesar de ser contradictorias tenían muchas faltas; la más importante entre ellas fue la ausencia de una Constitución.
Durante su vida Alejandro II sufrió seis atentados: el primero en abril de 1866 a manos del terrorista Dmitri Karakózov. Además, en 1880, solo por casualidad el zar evitó la muerte en el Palacio de Invierno donde hizo detonar una bomba Stepán Jalturin, miembro de “La Voluntad del Pueblo”, organización clandestina que profesaba las ideas de derrocar la monarquía usando el terror como método de lucha revolucionaria para conseguir sus objetivos.
El trágico asesinato de Alejandro II a manos de esta organización tuvo lugar el 13 de marzo de 1881 (1 de marzo del calendario Juliano) en el malecón del Canal de Catalina, San Petersburgo. Algunos activistas de este grupo revolucionario mataron al zar ruso mediante dos grandes explosiones de dinamita a su paso.
Aquel día el emperador tenía que firmar un paquete de reformas llamado por sus contemporáneos ‘la Constitución de Lóris-Mélikov’, así llamado debido al nombre del ministro del Interior del Gobierno de Alejandro II, Mijaíl Lóris-Mélikov. Estas amplias reformas liberales podrían haber cambiado completamente la vida política, social y económica de la nación rusa...