Hace 55 años, el sucesor de Iósif Stalin en el puesto de secretario general del Partido Comunista, Nikita Jruschov, pronunció uno de los discursos más significativos de la historia de la Unión Soviética. En su intervención secreta en un congreso del partido, criticó duramente el 'culto a la personalidad' de Stalin, rompiendo así con una herencia anterior de unos 30 años, cuyas huellas fueron por ejemplo las represiones masivas que sufrieron no menos de varios millones de ciudadanos del país.
Lev Netto, quien logró sobrevivir tras ser sometido a la represión, ahora cuenta: “fui arrestado. Comenzaron a interrogarme por ser un supuesto espía. Me torturaron durante tres meses y me quebré... Les dije que escribieran una historia de espionaje y que la iba a firmar. Luego me acusaron de matar a un comandante, me amenazaron con llamar a mis padres y demostrarles que yo era un traidor a la Patria. Les dije: 'firmaré lo que quieran, pero no toquen a mis padres. Yo era joven, pero salí de allá calvo y viejo'”.
Lo condenaron a 25 años de trabajos forzados y lo enviaron al complejo minero de Norilsk, una de las ciudades más norteñas del mundo. Los prisioneros, que crearon las minas, estuvieron allí en condiciones terribles: además de las temperaturas, que regularmente alcanzaban entre 30 y 50 grados centígrados bajo cero, fueron abastecidos de un modo completamente insuficiente de ropa y comida. Y eso no es todo.
“Nos mataban sin causas, muchos morían de frío. Nosotros tratábamos de ayudar a los compañeros frotando su piel congelada. Pero algunos trataban de esconderse… Durante siete años no tuve ni nombre, ni apellidos. En la ropa, en el gorro había un numero: P 867”.
Para Netto, como para muchos otros encarcelados durante el gobierno de Stalin, la alocución de Jruschov fue algo que cambió su vida por completo. El mismo día del discurso, a Netto le entregaron el certificado de liberación.
Pese a los crímenes de Stalin, ahora ampliamente conocidos, todavía hay gente que rechaza todas las acusaciones contra el exlíder, quien fue -y para algunos sigue siendo- un ícono. Argumentan que llevó al país a la industrialización, a la victoria en la Gran Guerra Patria y la Segunda Guerra Mundial, que convirtió a la URSS en una superpotencia.
Sin embargo, al reconocer todos estos logros, poco discutibles en nuestro tiempo, no hay que olvidar que la actividad de Iósif Stalin tuvo otro costado, uno mucho menos simpático.