El presidente mexicano Felipe Calderón viaja a Washington para reunirse con su homólogo estadounidense, Barack Obama. El viaje se produce en un ambiente bastante tenso por las últimas filtraciones de WikiLeaks, la serie de iniciativas antiemigrantes en EE. UU. y la guerra antidrogas en México.
Según informó la presidencia mexicana en un comunicado, la primera actividad de la agenda de Calderón será reunirse con más de 20 directivos de empresas transnacionales para analizar la posibilidad de negocios en México. Para el jueves está previsto un encuentro de trabajo con el líder norteamericano Barack Obama.
Se espera que, entre otros temas, los mandatarios analicen los esfuerzos conjuntos contra el crimen organizado y la seguridad en la frontera común. Ambos países anunciaron públicamente que han logrado un alto nivel de colaboración en este aspecto. Sin embargo, los mensajes difundidos recientemente por WikiLeaks revelan que, según los diplomáticos estadounidenses, el Gobierno mexicano no es eficaz en su lucha contra el narcotráfico.
Las autoridades de México, a su vez, sostienen que parte de la responsabilidad por la violencia del crimen organizado la tiene Estados Unidos por ser el principal consumidor de drogas y por su incapacidad de contener la venta de armas. De hecho, hace poco se dio a conocer que el arma con el que fue baleado el agente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) Jaime Zapata el pasado 15 de febrero, provenía de Texas. Se espera que tras el incidente México inste en que Estados Unidos adopte más medidas para reducir su demanda de drogas o frenar el flujo de armas y explosivos al país, pues se destinan a acciones del narcotráfico.
Sin embargo, de acuerdo con el Gobierno mexicano, el encuentro fue planeado antes de la muerte de Zapata, por lo que los mandatarios se enfocarán básicamente en cooperación contra el crimen organizado, asuntos económicos y la situación de los inmigrantes mexicanos en EE. UU.
175 años sin Texas y dividiendo a las familias
El día de la visita coincide con una fecha memorable. Justamente el 2 de marzo se cumplen 175 años del fin de la guerra de la Independencia de Texas (1835–1836) en la que los estadounidenses en Texas proclamaron unilateralmente su independencia de México.
Para los mexicanos la guerra de Texas es el episodio más triste de su historia y consideran la independencia del estado, de cerca de un millón de kilómetros cuadrados, un capítulo injusto que no quieren olvidar. En opinión de muchos mexicanos, los EE. UU. desmembraron a su vecino iberoamericano y ahora está levantando barreras para impedir el paso de un país a otro, dividiendo a las familias.
El profesor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Víctor Manuel Quintana dice que en Texas, actualmente uno de los estados más conservadores de los EE.UU., crece la actitud antiemigrante, impulsada por la reciente ley contra la inmigración ilegal en Arizona. "EE. UU. nos impuso prácticamente un tratado de libre comercio, por el que pasan con toda libertad las mercancías a uno y otro lado de la frontera. Pero le pusieron una serie de trabas y penalidades al tráfico de la principal mercancía que es la mano de obra", afirma Quintana.
Además, los indocumentados que cruzan la frontera sufren por el crimen organizado que controla muchas zonas del norte de México: deben pagar por el tránsito, muchas veces son secuestrados y deben cancelar cuotas por sus parientes para que les dejen ir más allá.