Illinois se ha convertido en el estado 16 de EE. UU. donde se ha abolido la pena de muerte. Este miércoles, el gobernador de Illinois, Pat Quinn, firmó la pertinente ley aprobada por el parlamento del Estado en enero pasado. Entre otras disposiciones, el documento conmuta la condena a muerte de 15 presos por cadena perpetua.
Después de que los legisladores estatales votaran a favor del proyecto de abolición, Pat Quinn tenía plazo hasta el 18 de marzo para promulgar la ley, vetarla o permitir que entrara en vigor sin su firma. El gobernador confesó que para él era una opción difícil, "literalmente una opción entre la vida y la muerte". “No era una decisión a ser tomada a la ligera, o sin una profunda reflexión personal”, manifestó ante la prensa local.
Una década antes, el actual gobernador destacó como un activo partidario de la pena de muerte. Sin embargo, la práctica le persuadió de que “no había forma de diseñar un sistema de pena capital perfecto, libre de errores”. En la propia historia de Illinois se revelaron varios casos de errores judiciales, varios de ellos incluyeron la ejecución capital.
El demócrata Quinn dedicó los dos últimos meses a entrevistarse con legisladores, las familias de las víctimas de terribles delitos, líderes religiosos y activistas de varias organizaciones abolicionistas. A la decisión se opusieron la fiscal general del estado, Lisa Madigan, también demócrata, y varios fiscales de los condados instigados por los grupos de interés formados por las familias de las víctimas de asesinatos.
Esta es la segunda ocasión en la que deja de existir la pena capital en Illinois: en 1972 la Corte Suprema de Estados Unidos la anuló allí y en otros 39 estados. No obstante, cinco años después fue reinstaurada en este estado, y se produjeron 12 ejecuciones más, antes de que un gobernador republicano, George Ryan, declarara una moratoria en las ejecuciones.
El último reo a quien la justicia de Illinois aplicó la inyección letal fue Andrew Kokoraleis, sentenciado por un asesinato ritual cometido en los suburbios de Chicago. Fue ejecutado en 1999, en la penitenciaría de Tamms. En este caso, al igual que en todas las décadas de la posguerra se usaba para la ejecución el denominado “cóctel de Texas”, una mezcla mortal a base de pentotal sódico, bromuro de pancuronio y cloruro de potasio.
Entre los condenados a los que la actual derogación prolongará la vida hay un hispano, Teodoro Báez, supuesto traficante de drogas de 33 años de edad, condenado a muerte por un doble asesinato cometido en 1999. La derogación de la pena de muerte en Illinois entrará en vigor el próximo 1 de julio.