Las autoridades de Bahréin han decretado el estado de emergencia debido a las continuas protestas populares en el país donde durante los disturbios han muerto cinco personas y al menos 200 han resultado heridas.
La medida, que estará vigente durante tres meses, fue adoptada por el rey de Bahréin, Hamad bin Isa Al Jalifa, para hacer frente a los disturbios "que han puesto en peligro los bienes y la vida de los ciudadanos" de este país.
El rey ordenó al mando de las Fuerzas de Defensa que adoptara "las medidas necesarias para aplicar" el decreto de estado de emergencia en todo el territorio del país, de un millón de habitantes. Los militares bahreiníes podrán recurrir a las fuerzas de seguridad, a la Guardia Nacional "y a otras fuerzas, si fuera necesario", para aplicar el estado de emergencia.
El anuncio del monarca, que fue dado a conocer por la agencia oficial bareiní BNA, se produjo un día después de que mil soldados saudíes cruzaran a Bahréin para ayudar a defender a la familia gobernante en ese país. Los manifestantes chiíes describieron la presencia saudí en la isla como una declaración de guerra.
Así, al menos cinco personas murieron y varias resultaron heridas ayer en enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad durante las protestas políticas. Las dos víctimas mortales son un manifestante y un policía que fallecieron en los choques registrados en la zona de Sitra, al oeste de la capital, según fuentes del servicio sanitario.
Las fuentes médicas indicaron que durante esta nueva jornada de protestas sufrieron heridas más de 200 personas en incidentes en distintos puntos del país, de las que al menos diez se encuentran en estado grave.
Después de conocer el decreto del rey bahreiní, la oposición chií del país, que lleva luchando desde hace un mes exigiendo profundas reformas políticas, pidió a la comunidad internacional que condenara el estado de emergencia. Los siete partidos más importantes de la oposición criticaron "la grave escalada de seguridad y la opción militar para resolver la crisis política que el mismo régimen causó". "Los asesinatos y la escalada de seguridad han destruido el principio del diálogo y han dejado al país a merced del Ejército local y externo", agregó la declaración.
Además, la entrada de tropas saudíes ha despertado las críticas de Irán. El régimen chií iraní apoya la revuelta en Bahréin, donde la mayoría chií se siente discriminada por la monarquía suní de los Jalifa.
Teherán declaró que la entrada de las tropas saudíes en el país es equiparable a una ocupación extranjera, como ya lo han calificado anteriormente los líderes opositores chiíes de Bahréin. El ministro iraní de Exteriores, Ali Akbar Salehi, pidió a Manama que oyera las demandas de los manifestantes y atendiera a sus contenidos. “Este tipo de interferencia, represión y violencia no soluciona nada”, declaró el portavoz del ministerio de Exteriores iraní, Ramin Mehmanparast.
Por su parte, las autoridades bahreiníes decidieron convocar a su embajador en Teherán a raíz de las declaraciones de Salehi. Según un comunicado oficial bahreiní, los comentarios del canciller iraní representan una "indignante intervención" en los asuntos del reino y "una amenaza a la paz y la seguridad regional e internacional".