Los técnicos de la central nuclear japonesa Fukushima–1 siguen con las labores de restablecimiento de la conexión eléctrica en la planta. Сonsiguieron conectar cables eléctricos externos a los reactores 1 y 2, lo que permitirá volver a poner en funcionamiento una parte de los mecanismos de control del reactor. Los trabajos se interrumpen repetidamente para proteger a los operarios de sobredosis de radiación.
Las autoridades niponas comunican que el país no está amenazado por un desastre nuclear. Sin embargo, varios expertos japoneses plantean ya la posibilidad de recurrir al último recurso y sellar los reactores afectados con un sarcófago de cemento, igual que se hizo en Chernóbyl en 1986 para evitar la posible catástrofe.
Mientras tanto, tres réplicas más, de entre 4,8 y 5,2 grados de magnitud de escala Richter, azotaron el viernes el territorio de Japón. Según los datos del departamento nipón de meteorología, entre el 11 y el 17 de marzo el país sufrió 262 réplicas.
Entre la población local reina la preocupación y la incertidumbre. En la ciudad de Ōtawara, ubicada a 150 kilómetros al sur de la central nuclear, a medio camino entre ésta y Tokio, los contadores Geiger marcan una radiación de 0,5 microsieverts (µSv) por hora, mientras que el límite de radiación permitido es de 30 µSv por hora. Sin embargo, la gente se siente insegura y tiene miedo: si el viento cambia de dirección o llegan lluvias, los niveles de radiación aumentarán drásticamente.
El Ejército se dedica a distribuir mascarillas entre los habitantes de Ōtawara y organizó centros de distribución de agua potable, ya que el sismo dejó a la ciudad sin suministro de agua y electricidad.