Mientras los ojos de la comunidad mundial están puestos en Libia, Bahréin también pide su parte de atención. Los descontentos con la política gubernamental de ese país árabe aseguran que mientras la oposición libia está recibiendo firmes apoyos por parte de los países occidentales, capitaneados por EE. UU., ellos muy en vano están clamando la solidaridad internacional.
“Resulta que la sangre de la población bahreiní tiene menos valor que la del pueblo libio. La actitud hacia estos países por parte de la administración de Obama como de la comunidad internacional, es completamente hipócrita”, así ha declarado Husain Abulla, director del Movimiento para la democracia y los derechos humanos en Bahréin.
“Todo esto confirma que a veces los intereses geopolíticos pesan mucho más que la defensa de los derechos humanos. Lo que preocupa a los activistas es que este ejemplo se traduciría en un futuro en una tendencia peligrosa”, agregó.
Según ha declarado Toby C. Jones, profesor de Historia en la Universidad Rutgers, “el Ejército estadounidense dispone de una base en la isla donde están fondeados buques de guerra y un contingente integrado por 6.000 efectivos. Sin embargo, en ningún momento intervinieron cuando las autoridades de Manama decidieron aplastar las protestas y decretar en Bahréin el estado de sitio”.
“Con toda razón, la gente entiende que el único país que puede ayudar a avanzar a Bahréin en la dirección pacífica es EE. UU.”, añadió Jones.
Esta política de ‘doble filo’ de Washington, según consideran algunos opositores al Gobierno de Bahréin, se debe a la estrategia geopolítica y militar que aplica EE. UU. en la región del Golfo. Los críticos afirman que la actitud reservada de la Casa Blanca se explica por el hecho de que, a diferencia de Libia, Bahréin es uno de sus aliados más fiables en la región del Golfo.
Al mismo tiempo, según ha manifestado el rey de Bahréin, Hamad bin Isa Al Jalifa, los militares del país han conseguido reprimir la rebelión, organizada por los conspiradores extranjeros. El dirigente también añadió que esta intervención del exterior se llevaba gestándose durante los últimos 20-30 años, pero las actividades fueron emprendidas sólo ahora ya que en el año 2011 el terreno para una revuelta ha resultado más favorable.
“Estoy aquí para anunciaros que el complot fue desenmascarado”, subrayó Al Jalifa en la reciente intervención ante los oficiales militares, a los que agradeció la neutralización de la amenaza al régimen y la represión de los disturbios callejeros.
Las manifestaciones antigubernamentales que mencionaba Hamad se iniciaron en Bahréin a mediados de febrero, cuando los representantes de la mayoría chiíta demandaron a la dinastía sunita igualdad en derechos políticos y civiles para ambas comunidades religiosas, lo que desembocó en sangrientos enfrentamientos con la policía.
En marzo los opositores ocuparon la plaza central de la capital Manama, la Plaza de la Perla, mientras que el Rey implantaba el estado de emergencia, solicitando al mismo tiempo a los estados vecinos ayuda urgente. Hace pocos días para aplastar la creciente rebelión, la policía de Bahréin arrestó a varios líderes más notables de la oposición.