Decenas de miles de personas están reuniéndose en la capital de Yemen, Saná, para participar en las protestas antigubernamentales, una semana después de la matanza de 52 activistas.
La gente encabezada por la oposición ha salido a las calles para pedir la dimisión del presidente actual del país, Ali Abdullah Saleh. Por otro lado, los manifestantes que desde hace seis semanas permanecen acampados cerca de las puertas de la Universidad de Saná, han proclamado el “Día de la Partida”, imitando las movilizaciones en Egipto que acabaron con el régimen de Hosni Mubarak.
Por su parte el presidente yemení, que gobierna el país desde el 1978, comenta en su reciente discurso televisivo que está dispuesto a dejar el poder, pero “sólo a manos seguras, y no a manos enfermas, resentidas y corruptas”, añadiendo que está “en contra de disparar una sola bala”.
Tanto la oposición, como el gobierno han organizado puestos de control en Saná, por lo que las calles están llenas de gente armada.
El pasado viernes al menos 52 personas murieron por disparos de los francotiradores, partidarios del régimen actual. Según denuncian las organizaciones de derechos humanos, en el asesinato participaron las fuerzas de seguridad, un hecho que el presidente de Yemen trata de desmentir.