Al menos 20 personas fallecieron en las refriegas con la policía en la ciudad de Sanamein en el sur de Siria. Estas muertes se producen en el contexto de las manifestaciones masivas antigubernamentales en diferentes partes de Siria, que empezaron el pasado 15 de marzo.
Los fallecidos se dirigían a la ciudad de Deraa, capital de las recientes protestas, situada en la frontera con Jordania, para participar en el entierro de las víctimas de los últimos enfrentamientos con la policía que se produjeron el jueves y el miércoles.
Mientras tanto, el viernes en Deraa continuaron los choques violentos de los protestantes con los representantes de los sevicios del orden público. Según cuentan algunos testigos, unos jóvenes incendiaron un monumento de Hafez al-Assad, ex presidente del país y padre del mandatario actual, después de lo cual la policía abrió fuego contra la multitud.
De acuerdo con los datos de la organización Amnistía Internacional, con sede en Londres, al menos 55 personas han muerto desde el inicio de las protestas en Siria.
El jueves el líder del país, Bashar al-Assad, aseguró que el Gobierno realizará reformas para mejorar la calidad de vida de los sirios y combatir la corrupción. Asimismo anunció que las autoridades estudiarán la posibilidad de derogar el estado de emergencia vigente en Siria desde 1963, que prohíbe las manifestaciones públicas. Esta promesa animó a una parte de los ciudadanos a salir el viernes (25 de marzo) a las calles para apoyar el plan de cambios.
Ese mismo día el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, mantuvo una conversación telefónica con al-Assad en la que señaló que las autoridades tienen que respetar y proteger los derechos de sus ciudadanos. Ban Ki-moon pidió a las autoridades de Siria “la máxima prudencia” y se mostró esperanzado en “que haya una reacción seria a la expresión de exigencias legales” por parte de los sirios.