Miles de personas acuden a Smolensk para conmemorar a víctimas de la catástrofe aérea

En estos días Smolensk se ha convertido en un lugar de peregrinación para miles de personas que sienten el dolor de la tragedia del año pasado que conmocionó al mundo entero. El terreno, en el que hace un año perdió la vida junto a su comitiva de 95 personas el entonces presidente de Polonia, Lec

En estos días Smolensk se ha convertido en un lugar de peregrinación para miles de personas que sienten el dolor de la tragedia del año pasado que conmocionó al mundo entero. El terreno, en el que hace un año perdió la vida junto a su comitiva de 95 personas el entonces presidente de Polonia, Lech Kaczynski, se cubre hoy de claveles blancos y rojos en honor de la bandera polaca. Detrás de cada una de las flores depositadas hay una historia.

Slawomir Oszkiel y sus amigos viven en Moscú, pero los casi 400 kilómetros que separan a la capital rusa de la ciudad de Smolensk no ha sido obstáculo para no ir hasta el lugar del accidente y homenajear a sus compatriotas.

“Este accidente estremeció a Polonia y todavía nos cuesta creer lo que pasó. Sigue siendo algo muy duro”, dice Slawomir.

Como él, son muchos los polacos que estos últimos días se han acercado hasta esa población rusa para encender una vela como muestra de respeto hacia las víctimas.

Sin embargo, no sólo Polonia siente la muerte de la que fuera su élite política; multitud de rusos se han solidarizado con esa nación desde aquel fatídico día.

Marianna Abrósimova y Dmitri Tur vivieron muy de cerca la tragedia. “Hemos venido para rendir homenaje a las víctimas. Ya estuvimos el año pasado. Vinimos en cuanto nos enteramos. Al día siguiente regresamos y ya estaba todo cercado, pero nosotros pudimos ver más que la mayoría de la gente porque somos médicos. Sentimos mucho la muerte de estas personas y expresamos nuestro más sentido pésame a las familias del Gobierno polaco y del resto de las víctimas”.

Los recuerdos de esa mañana de abril todavía pesan en la mente de estos dos vecinos de Smolensk. Muchos de sus compañeros participaron en las tareas de rescate y, por ello, sienten el duelo como si de familiares propios se tratara.
 
Nikita Irushkin estaba en clase cuando conoció la noticia. Se apresuró a llamar a su madre, que trabaja en el hospital que iba a atender a los posibles supervivientes del desastre. Reconoce que se derrumbó cuando le dijo que todos los pasajeros habían muerto. Esa misma noche acudió al lugar de los hechos para depositar unas flores. Un año después ha vuelto acompañado por su hermana.

“Rusia y Polonia siempre tuvieron una relación tensa. Por eso estar aquí es nuestro deber. Los rusos y los polacos somos todos cristianos y por eso debemos apoyarnos”, dice Nikita.

Detrás de Slawomir, Mariana, Dmitri y Nikita está la historia de un sinfín de conciudadanos. Y son ellos quienes mantienen el recuerdo de esos 96 pasajeros sin importar sus nombres o cargos. Son ellos quienes desde hace un año se encargan de que en Smolensk nunca falten flores frescas.