En Moscú descubren a indocumentados viviendo bajo tierra
Cerca de una de las carreteras más transitadas de Moscú se halla una verdadera villa subterránea. Se esconde tras una tapia de hormigón de una abandonada fábrica de confecciones.
La policía descubrió aquí más de una centena de individuos indocumentados, todos procedentes de antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central, en su mayoría de Uzbekistán.
“Hemos arrestado a 110 personas y levantando actas por cada detenido. Dieciséis de ellos comparecerían ante el tribunal para ser deportados a sus países de origen”, dijo Andréi Mishel, jefe del Departamento de Inteligencia de la Policía de Moscú.
Todos estos hombres y mujeres se dedicaban a producir agujas, alfileres, detalles para máquinas de coser y navajas de afeitar. Muchos de ellos podrían llevar aquí incluso más de un año. Para que no tuvieran la necesidad de subir a la calle incluso fue montada una improvisada tienda de alimentos.
Esta situación recuerda a los primeros guetos del pasado, cuando grupos masivos de refugiados de un determinado origen eran obligados a vivir y trabajar separados del resto de la población. Sea voluntaria o no, semejante reclusión parece impensable en el siglo XXI.
Los investigadores todavía desconocen quiénes fueron los que convirtieron un viejo refugio antiaéreo de la fábrica en una colonia laboral. Sin embargo, la residencia clandestina no fue pensada para estancias temporales.
Los okupas más afortunados vivían en habitaciones “de lujo” con literas, televisores, frigoríficos y baños. Pero la gran mayoría se albergaba en habitáculos sin calefacción, que les servían de dormitorio, cocina y despensa, todo en uno.
Por el momento, la policía investiga la participación de los obreros detenidos en algunos de los delitos perpetrados en Moscú y sus afueras.
Tras la operación, una carta de citación por migración ilegal será enviada al domicilio irregular que, por ahora, queda desocupado.