El 11 de abril una potente explosión sacudió el metro de Minsk matando a muchas personas. Los bielorrusos siguen intentando superar las consecuencias del atentado, sin embargo, nunca podrán olvidar esa fecha.
Seis menos cinco de la tarde. Es la hora de la tragedia. Una bomba explota en la estación Oktiábrskaya, la más transitada de Minsk. Es el primer atentado terrorista en el subterráneo de la capital bielorrusa. En un instante la estación se llenó de caos y sangre.
Elena se encontraba en el epicentro de la explosión. Fue la única superviviente de su vagón. El escenario que dejaba atrás era devastador.
"El tren iba llenísimo y de repente hubo una explosión, y luego fuego. El techo se derrumbó. Había mucha gente en el andén, todos muertos. Tropecé con algo y me di cuenta de que era el cuerpo de una chica”, dice Elena Monichka, una de los supervivientes.
Irina consiguió salir gracias a otros dos viajeros que se apresuraron a sacarla del amasijo de hierros en el que estaba atrapada. Pero, a diferencia del resto, ella tenía otra vida por la que luchar además de la suya.
“Lo que ha pasado es terrible, pero creo que tuve mucha suerte. Mientras me sacaban vi a gente sin ojos, otras sin piernas, o sin manos. Yo estoy embarazada de seis meses, así que solo podía pensar en mi bebé”, cuenta Irina Santaróvich.
Elena e Irina encontraron fuerzas para hacer frente a la catástrofe. Pero Ksenia sigue en estado de shock. A sus 16 años, su mente solo desea olvidar.
La ciudad entera se ha solidarizado con las víctimas. Incluso cerrada, la estación Oktiábrskaya siguió siendo la más concurrida de Minsk. Pero en esta ocasión, los motivos que hasta aquí atrajeron a la multitud fueron bien diferentes.
Mientras las autoridades colocaban policías en prácticamente cada esquina de la ciudad para encontrar a los autores del atentado, miles de ciudadanos se acercaban hasta el lugar de los hechos para rememorar a las víctimas. Entre tanta conmoción, algunos no podían contener las lágrimas.
Dos días después de la tragedia, el presidente del país, Alexánder Lukashenko, anunciaba la detención de los ejecutores del atentado y quienes ya admitieron su culpa.
Pero es cuestión de tiempo que los ciudadanos superen la tensión despertada en un país poco acostumbrado a la sombra del terrorismo. Y quienes nunca olvidarán ese 11 de abril negro son los parientes de los inocentes que a mitad de trayecto perdieron la vida.