Las fuerzas de seguridad de Siria abrieron fuego con un reslutado de al menos veinte muertos cuando miles de manifestantes salían a las calles después de la oración tradicional para participar en una multitudinaria marcha denominada Gran Viernes.
La quinta semana de manifestaciones antigubernamentales marcó el punto de partida de una jornada de protesta nacional que se extendió a más de 40 ciudades. La mayor participación, con al menos 100 000 personas, fue registrada en Dará. Se informa sobre al menos 10 000 manifestantes en Hama, Siria Central. En Qamishli, al noroeste del país, salieron a protestar entre 5000 y 6000 personas.
2000 manifestantes salieron a la plaza Maidan en Damasco para protestar contra el régimen. Según los defensores de derechos sirios, la policía y las fuerzas de seguridad bloquearon los accesos al centro de la capital y la mayoría de los protestantes opositores, que se habían trasladado en microbuses, no consiguió integrarse en la manifestación.
El Gobierno sirio desplegó cientos de soldados. Según afirman los testigos, para dispersar la muchedumbre multiétnica y milticonfesional, las fuerzas de seguridad sirias abrieron fuego y usaron gases lacrimógenos cuando miles de personas protestaban contra el régimen del presidente, Bashar al-Assad.
Según diferentes fuentes, como resultado de la aplicación de la fuerza contra los manifestantes perdieron la vida al menos 20 personas.
Los defensores de los derechos humanos afirman que en total desde el mes pasado, cuando comenzaron las manifestaciones, han muerto más de 200 personas.
Previamente los expertos habían señalado que este viernes sería una seria prueba para Assad. El jueves pasado el presidente levantó el estado de excepción en el país, vigente desde 1963. Una de las principales exigencias actuales de la oposición es la liberación de los presos políticos. Afirman que este paso debe ser el siguiente tras el levantamiento del estado de emergencia. Los participantes de las manifestaciones gritaron una consigna que ya sonó en Túnez y Egipto: "¡Exigimos el cambio de régimen!"
“El uso de las armas contra los manifestantes pacíficos significa que el nuevo Gobierno de Siria no es capaz de realizar las reformas que exige el pueblo”, declaró el jefe de la Liga Nacional para los Derechos Humanos, Omar al-Kurbi.
Los disturbios sirios comenzaron en Deraa, ciudad fronteriza con Jordania, el 18 de marzo. El empuje para las manifestaciones fue el arresto de un grupo de escolares que escribieron consignas antigubernamentales en los muros. La gente salió a las calles con la exigencia de que los liberaran. Más tarde, los disturbios se extendieron a otras zonas del país. Bashar al-Assad se vio obligado a destituir a su Gobierno, dirigido desde 2003 por el primer ministro Muhammad Naji al-Otari. A finales de marzo el presidente se dirigió al pueblo, señalando que el país enfrenta un "gran complot" y el objetivo de este es "descomponer Siria, deshacerse del último obstáculo para el camino de la realización de los planes israelíes".