Una verdadera ola de pequeños establecimientos privados está arrasando La Habana, gracias a las reformas económicas impulsadas por el presidente cubano Raúl Castro.
Ahora numerosos locales turísticos -cafeterías, restaurantes, puestos de comida rápida y ‘paladares’- que en un momento tuvieron que cerrarse por el rígido control estatal, han vuelto a abrir sus puertas.
"Creo que en un año podríamos tener unos 200 o 300 paladares en Cuba", dice Enrique Núñez, propietario de La Guarida, el paladar más famoso de Cuba. "La imagen mía ante la sociedad cambió. Pasó de ser una actividad casi marginal, a ser algo aceptado", opinó.
Muchos cocineros de nuevo pueden mostrar sus habilidades culinarias, ya que ahora pueden trabajar legalmente. Además ha desaparecido la prohibición de la venta de langosta y filetes, así como la norma que sólo permitía contratar a miembros de la familia.
El 'boom' económico ha traído el cambio a numerosos restaurantes como La Moneda Cubana, que ahora ofrece carne y langosta a mitad de precio en comparación con otro restaurante estatal que se encuentra al lado.
"El Estado se ha dado cuenta de que lo mejor es poner las cosas en manos del sector privado para lograr una economía sostenible", dijo Miguel Ángel Morales, propietario de La Moneda Cubana. Morales, que ha trabajado tanto en el sector público como el privado, considera que cuando el negocio le pertenece a un particular, "éste lo cuida mejor".