El Partido Nacional Escocés (SNP por sus siglas en inglés) fue el vencedor de las elecciones y logró la mayoría absoluta obteniendo 69 escaños de los 129 en el parlamento territorial. Su líder Alex Salmond ha anunciado ya un plebiscito sobre la independencia de Escocia: uno de los puntos claves en el programa de esta fuerza política.
Tanto el Partido Liberal Demócrata liderado por Nick Clegg, el actual viceprimer ministro de Reino Unido, como el Laborista —por el momento la fuerza principal de la oposición en el ámbito estatal— sufrieron el pasado jueves un importante desplome en Escocia. Los laboristas perdieron incluso en lo que habían considerado sus feudos, en particular, en los barrios obreros de Glasgow, donde siempre habían ganado.
Así, el escrutinio permite a los nacionalistas escoceses gobernar en solitario, como hasta ahora, pero respaldados con la mayoría parlamentaria. Pero sus intenciones van más allá. Salmond prometió no engañar las expectativas de los electores y llevar a cabo, en la segunda mitad del nuevo mandato, el referendo independentista para “confiar a la gente de Escocia a que defina su futuro constitucional”.
David Cameron, el primer ministro de Reino Unido, felicitó con una llamada al líder de SNP por la victoria en las elecciones que coincidían con las regionales y municipales a nivel nacional. El líder conservador ha prometido su colaboración a esta fuerza política regional, pero al mismo tiempo ha advertido que mantendrá una sólida campaña contra las aspiraciones independentistas.