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¿Cual es el precio de pelear a puño limpio?

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En EE. UU. algunos jóvenes inmigrantes latinoamericanos en búsqueda de dinero salen a un ring de lucha sin reglas. Sin embargo, muchos al final se quedan no sólo sin un dólar sino también sin salud. David Avellán ha tenido que pelear a puño limpio toda su vida, literalmente. Después de más

En EE. UU. algunos jóvenes inmigrantes latinoamericanos en búsqueda de dinero salen a un ring de lucha sin reglas. Sin embargo, muchos al final se quedan no sólo sin un dólar sino también sin salud.

David Avellán ha tenido que pelear a puño limpio toda su vida, literalmente. Después de más de 26 combates invictos y varios campeonatos de Artes Marciales Libres este entrenador y propietario de un gimnasio en Miami reconoce que los cuadriláteros se han convertido en un potente imán para jóvenes que buscan fama y fortuna de una manera rápida.

“Muchos jóvenes vienen pensando que ganarán millones de dólares aquí, les atrae el negocio de las peleas, y hoy se ha popularizado más que nunca. Lo que no saben es que hay que tener mucho cuidado en este negocio. Hay gente que se aprovecha de los luchadores y luego los abandona a su suerte si no logran triunfar o si se lesionan”, advierte el luchador.

Jason Soures tiene 21 años y lleva entrenando desde hace tres años. Encontró el gimnasio de David y desde entonces ha estado esperando su oportunidad de oro para pasar a las ligas superiores. “Cuando empiezas a competir, lo primero que se te viene a la cabeza es el dinero y la fama, luego se te calma esa ansia; pero aun así, en el futuro me veo ganando más y con muchas oportunidades”, cuenta Jason.

Y así, como si tratara de gladiadores modernos, los jugadores de este deporte son parte de una industria multimillonaria, que a veces puede ser mortal. En octubre del 2007, Sam Vásquez, uno de los luchadores más populares de la liga de Renegados de Houston (Texas) falleció tras un combate que le ocasionó graves lesiones cerebrales y un coma posterior. Vásquez dejó esposa y un hijo de 7 años.

Pero a pesar de los casos mortales como este, que se suceden una y otra vez en los cuadriláteros, para los que practican esta actividad, su pasión puede llegar a convertirse en una religión.

“Es una religión para mí. Comienza desde la madrugada con ejercicio y termina el día con ejercicio. Una dieta saludable, un entrenamiento fuerte y concentración absoluta en las metas”, dice Sha Bobonis, discípulo de David Avellán.

Pasarán los años y David seguirá entrenando a una nueva generación de luchadores ansiosos de flash de fotógrafos y de coches y mansiones de lujo. Todo alimentado por un público que en determinadas ocasiones necesita reflejarse en una figura del deporte para ver como alguien consigue metas arriesgadas e imposibles para unos, pero ansiadas y factibles para aquellos que lo sacrifican todo por una victoria.

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