Rusia busca medidas para combatir el grave problema de la drogadicción en el país

El aumento del consumo de estupefacientes por parte de los jóvenes rusos ya es más que una realidad a nivel nacional, lo que ha encendido las alarmas tanto en la sociedad como en el gobierno del país.

Tan solo en la capital rusa la cantidad de adictos a las drogas es de alrededor de 30.000, mientras que los no registrados podrían superar los 200.000,  asegura el principal experto en la materia del Ministerio de Sanidad y Desarrollo Social de Rusia y director del Centro Científico sobre Drogodependencia de Moscú, Yevgueni Briun.

La información oficial también revela que el 70% de los toxicómanos rusos son jóvenes menores de 30 años, la mayoría de los cuales tuvieron su primer contacto con los narcóticos en el colegio. La facilidad de conseguir droga en los pasillos de las escuelas propicia el uso de sustancias tales como la heroína, lo que ya posiciona a Rusia como el tercer país consumidor en el mundo, según datos oficiales.

Así comenta su situación el joven ruso Artiom Ráyushkin, que con tan solo 16 años de edad parecía tener un futuro prometedor como cualquier joven ruso, pero el excesivo consumo de drogas lo alejó de su familia, amigos, estudios y casi llegó a destruir su vida por completo: “Miraba a los estudiantes de grados superiores, luego los conocí y comencé a fumar algunas drogas con ellos. Claro, me gustó mucho, pero no era suficiente y el deseo creció y entonces comencé a experimentar con drogas más fuertes y rápidas”.

Para evitar que otros jóvenes, como Artiom se sumerjan en el peligroso mundo de las drogas, las autoridades rusas decidieron poner en marcha cuanto antes las medidas necesarias para combatir el tráfico y el consumo de estupefacientes.

“Según datos de los expertos, en el país hay casi 2,5 millones de adictos. Es una cifra terrible (...). Lo más serio es que la edad promedio del inicio en el uso de drogas oscila entre los 11 y 12 años”, dijo recientemente el presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, quien propuso la iniciativa de realizar exámenes de sangre en las escuelas para determinar el grupo de riesgo.

“…Si se aprueba el programa de análisis obligatorio de sangre de los estudiantes de forma regular, me parece que esto ayudará a sacar a la luz el problema y resolverlo rápido. Los padres podrán hablar de ello con sus hijos, recibir información sobre problema y también compartir esta información”, considera Stanislav, otro joven exadicto.

Al mismo tiempo están los que opinan que la medida de examinar la sangre invade la privacidad de los estudiantes. Otros aseguran que aunque para algunos antiguos adictos, hoy en día rehabilitados, la medida es buena, no es suficiente para reducir considerablemente el uso de estupefacientes.

“Me parece que esta opción que es como la del sistema australiano de hacer exámenes de sangre de manera obligatoria es prematura porque en la sociedad rusa existe desconfianza hacia las autoridades por sus abusos. Por eso muchas personas tienen miedo de este proyecto”, considera Mijaíl Moskvín-Tarjánov, diputado de la Duma de Moscú.

En lo que sí están de acuerdo casi todos es que este problema requiere una solución urgente, necesaria para prevenir más casos como el de Artiom, quien finalmente (por desgracia, uno de los pocos) tomó conciencia de su problema y pidió ayuda.

“Hasta el último momento culpaba a otros por mi problema, pero ahora estoy en este programa de rehabilitación y me estoy recuperando y poco a poco entiendo que no era mío, ni de los demás, sino que es como una enfermedad incurable que tiene síntomas, consecuencias y es tratable. Lo tomo como una experiencia en mi vida que me va a ser útil y creo que estaré bien”, asegura Artiom.