Eliminar al adversario sin despegarse de la pantalla deja de ser una realidad exclusiva de los videojuegos. Los "drones" o vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) son herramientas eficaces de aniquilación ya que no requieren de presencia humana porque son manejados desde los centros de mando y encajan perfectamente en las operaciones encubiertas. Se puede hacer una incursión en Afganistán o Pakistán y después ir de fiesta.
Por un insurgente eliminado se cobran 15 vidas inocentes
La falta de un piloto en el campo de batalla también supone la falta de remordimiento. Los expertos explican que el alejamiento del teatro de operaciones adormece la sensación de realidad. Este detalle a veces resulta fatal para blancos no intencionados.
Estudios independientes revelan que por cada insurgente eliminado por estas máquinas el daño colateral se cobra la vida de casi 15 inocentes. La impunidad de los que manejan a distancia estos vehículos voladores suscita preguntas en muchas organizaciones humanitarias que cuestionan el empleo extensivo de este tipo de armas.
“Con esta tecnología se despersonalizan los enfrentamientos y de este modo cada vez más gente tiene ganas de utilizarlo, pero son gente que no entiende las consecuencias de su uso porque no está allí, no siente lo que pasa durante el combate”, cuenta el coronel de ejército de EE. UU. en retiro Lawrence B. Wilkerson.
EE. UU. controla el suelo mexicano con drones
Rara vez los militares estadounidenses justifican sus operaciones con los drones en territorio extranjero, donde los combates pasaron a la categoría de asunto cotidiano, y mucho menos lo hacen cuando se habla del uso de estas máquinas cerca de sus fronteras. Pese al descontento general, el Gobierno mexicano permite a los aviones espías patrullar su territorio en el marco de la guerra antidrogas.
“Existen temores de que estos vehículos no tripulados de EE. UU. se dedican más al control del suelo mexicano que a la búsqueda de narcobarones y la lucha contra el narcotráfico”, afirma Laura Carlsen, la directora del Programa de las Américas del Centro para la Política Internacional.
Pero las inquietudes de las organizaciones no gubernamentales no parecen tener ningún efecto en el apetito de los militares de todo el mundo que esperan llenar sus arsenales con aviación robotizada. En los últimos años la producción de esos aparatos se ha convertido en toda una industria, a la cabeza de la cual se encuentra Washington. Según algunas estimaciones, la Fuerza Aérea estadounidense opera más de 7.000 aparatos. Se prevé que en diez años el mercado de los drones crezca hasta la exorbitante suma de 50.000 millones de dólares.