El Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación para la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés) hizo público este martes su tradicional libro anual. A parte de los resultados bastante esperados, el documento dejó, además, varias sorpresas a sus lectores.
Entre otras cosas, denunció que la corrupción en el comercio de armas constituye "el 40% de la corrupción global del conjunto de las transacciones".
El informe 2011 del SIPRI, detalló, además, las tendencias armamentísticas en los países del mundo. Según los expertos del Instituto, en 2010 el gasto militar global siguió creciendo, en comparación con 2009 aumentó en un 1,3% y alcanzó los 1,63 billones de dólares. Tradicionalmente, una gran parte del monto mundial -un 43% esta vez- correspondió a EE. UU.
El crecimiento más alto del mundo en gasto militar se produjo en América del Sur
Una de las mayores sorpresas fue que en 2010 Sudamérica resultó ser la región en donde el gasto militar más creció. Frente a la cifra del año anterior se aumentó en un 5,8% y alcanzó un total de 63.300 millones de dólares estadounidenses.
Para hacerse una idea, el presupuesto militar solicitado por el Pentágono para el año 2012 —tomando en cuenta todos los recortes programados por Robert Gates— es casi 9 veces más alto, 553.000 millones de dólares, y eso sin el coste de las campañas en Irak y Afganistán.
El título de país sudamericano más 'inofensivo' lo tiene Venezuela: en 2010 redujo su gasto militar en un 27,3% frente a los índices de 2009. Le siguen Bolivia —con una reducción del 9,5%— y Uruguay, con una caída del 2,4%.
Desde el punto de vista del cambio porcentual, el estado más 'guerrero' resultó ser Perú: el año pasado aumentó sus gastos militares en un 16,4%. En el segundo lugar se ubicó Paraguay, con un crecimiento del 15,9%. En la tercera posición Ecuador, con un incremento del 10,5% frente a las cifras anteriores.
En el cuarto lugar está Brasil, con un 9,3% de aumento. Sin embargo, desde el punto de vista del dinero, precisamente a Brasil le corresponde más de la mitad del crecimiento regional: en 2010 sus gastos militares alcanzaron los 33.500 millones de dólares estadounidenses.
Según los expertos del SIPRI, durante la primera década del siglo XXI el gasto militar brasileño aumentó en un 30%. En gran parte, se refirió a un programa para modernizar las fuerzas armadas nacionales que incluyó la compra de submarinos y helicópteros en el extranjero y la adquisición de tecnologías.
Las armas nucleares todavía son una amenaza, pese a los programas de reducción
Entre otras tareas, los especialistas del SIPRI se dedicaron a estimar el arsenal internacional de armas nucleares. Según el informe, durante 2010 la comunidad mundial redujo el número de ojivas nucleares en 2.070 unidades, con lo cual llegó a tener a su disposición un total de 20.530 piezas, 5.027 de ellas en ojivas desplegadas y listas para ser usadas.
En la lista de potencias nucleares se incluyeron ocho países: Rusia, con el mayor número general de cabezas nucleares (2.427), EE. UU. (2.150), Francia (290), China (200), Reino Unido (160), la India (entre 80 y 110), Pakistán (entre 90 y 110) e Israel (80). Sin embargo, ninguna de las ojivas que posee China, la India, Pakistán e Israel se mantienen en estado de alerta operacional.
Recursos naturales son causa de la guerra en Libia, según el SIPRI
El SIPRI comenta que la llegada masiva de la India y China al mercado del consumo provoca una competencia creciente en la búsqueda de los recursos explotables, incluso en el Ártico, lo que a largo plazo puede desembocar en problemas medioambientales muy graves. Otro efecto de la demanda creciente es el incremento drástico de los precios, particularmente sensible en la alimentación.
El Instituto reiteró sus pronósticos acerca del déficit global de alimentos que tendrá lugar dentro de 10 años. Advierte de que el cambio climático y la respectiva penuria duplicarán los precios de los alimentos para 2020. Acentúa que la llamada primavera árabe probó ya con toda la evidencia que el mercado de recursos naturales puede afectar gravemente a la seguridad por todo el mundo. Argumenta que los actos de violencia que tuvieron lugar durante las manifestaciones antigubernamentales en Oriente Próximo y en África del Norte son causados en gran parte por el hambre. La denuncia principal de los manifestantes han sido los altos precios de los productos alimentarios.
Los autores del documento acentúan que no solo los alimentos, sino todo tipo de riquezas naturales se volvieron una fuente mayor de tensión por todo el mundo. Detallan que aunque no se trate todavía de un "conflicto directo entre países por los recursos, hay con toda seguridad una tensión creciente que, en algunos casos, puede transformarse en un conflicto". Subrayan que el petróleo ha desempeñado un papel clave en provocar los disturbios en Libia, así como en Sudán.