Cinco meses después de la intervención policial en el complejo de favelas de Alemao, el suburbio más extenso al norte del núcleo metropolitano de Río de Janeiro, se vive una calma tensa, entre una tranquilidad aparente y el peligro de que el crimen organizado vuelva a dominar el poblado.
La Policía Civil de Río confirmó este viernes que no había logrado expulsar definitivamente al crimen organizado de las favelas de Alemao. Al menos una familia se vio obligada a abandonar su casa por el miedo ante las represalias de los narcotraficantes después de que mataran a uno de sus miembros, el electricista Wallace Moreira Amorim, por no pagar una extorsión a unos delincuentes desconocidos, residentes en el mismo poblado.
Sin embargo, la mayoría de los vecinos destaca ciertas mejoras respecto al dominio total del narcotráfico que se había registrado aquí un año atrás. Para el Complejo de Alemao, que es un conjunto de 13 favelas, la vida ha cambiado drásticamente desde noviembre del año pasado, cuando las fuerzas de seguridad intervinieron en ese poblado. Miles de policías y militares, apoyados por helicópteros, siguen patrullando las callejuelas del lugar y llevando su aporte cotidiano en la pacificación del crimen.
“Hoy es mucho más tranquilo vivir aquí”, dice uno de los vecinos de Complejo de Alemao, Alex García. “Esta es realmente una comunidad pacífica, la vida se ha normalizado. Antes era muy difícil. Había muchas personas que venían de afuera y se escondían acá”.
“Después de cinco meses podemos decir que el proceso de pacificación alcanzó un nivel de tranquilidad”, asegura por su parte un portavoz policial, mayor Marcus Bouças. “Ya no se ven en la comunidad elementos armados por las calles”.
Un estudio publicado recientemente, el del economista brasileño Sergio Ferreira Guimaraes, estima que el narcotráfico da empleo a unas 16.000 personas en el estado de Río de Janeiro, cifra comparable con los contratados por 'Petrobras', la mayor empresa petrolera de Brasil. Además, el este 'negocio' puede facturar entre 200 y 400 millones de dólares por año (equivalente a la suma entre 317 y 633 millones de reales). Con ese poder, hasta finales del año pasado los elementos del crimen organizado se movían en esa zona con total impunidad.
A este respecto una ex jueza criminal, María Lúcia Caram, se pregunta: “¿Por qué los narcos circulaban armados por esas favelas y no lo hacían por ejemplo en un barrio burgués como es el de Ipanema”? “Eso es porque las favelas fueron abandonadas por el Estado —dice—, y no sólo en la cuestión de seguridad, sino en toda la infraestructura. Todo eso es lo que también hay que restablecer”.
Efectivamente, pese a que el número de pobres en Brasil se redujo sustancialmente en los últimos años, las favelas siguen siendo el lugar donde millones de personas se hacinan en condiciones infrahumanas.