Extremistas pakistaníes convierten a una niña de ocho años en un arma mortal

Las fuerzas de seguridad pakistaníes encontraron a una niña de 8 años que llevaba encima un chaleco con explosivos en una zona tribal fronteriza con Afganistán.

Sohana Jawed, que cursa el tercer curso de primaria, confesó en el interrogatorio que había sido secuestrada por insurgentes, dos hombres y dos mujeres, cuando se dirigía a la escuela cerca de su casa, en la ciudad noroccidental de Peshawar.

Según relató la pequeña, los extremistas la introdujeron por la fuerza en un automóvil y le pusieron un pañuelo en la boca que la dejó inconsciente durante varias horas. "Me pusieron un pañuelo en la boca y perdí el conocimiento. Me llevaron a otro lado, no sé decir dónde. Cuando me recuperé me ofrecieron galletas. Las comí y me desvanecí de nuevo", contó Sohana.

Tras trasladar a la niña hasta Balambat, localidad en el noroeste del país, la obligaron a colocarse la mortal carga explosiva encima para utilizarla en un atentado contra un retén paramilitar en Pakistán. “Me pusieron el chaleco, pero no me quedaba bien. Entonces me pusieron otro. Pero luego lo tiré y me puse a gritar a medida que me acercaba al puesto de control. [Las fuerzas de seguridad] me pusieron bajo custodia”, confesó Sohana Jawed.

El chaleco contenía casi nueve kilos de explosivos y parecía tener un dispositivo de detonación a distancia, según indicó el jefe policial del distrito de Baja Dir, Salim Marwat.

Sohana logró escapar de sus captores cuando la instruían para el ataque en las inmediaciones de un control policial muy cercano a la frontera de Afganistán, pero huyeron al comprobar que los agentes sospechaban de la pequeña. El personal de inteligencia, al percatarse de la presencia de la menor que se puso a gritar de miedo, procedió a investigarla y así llegó a detectar los explosivos y evitar una tragedia.

No es la primera vez que se tiene constancia del uso de menores para ejecutar atentados en Pakistán. Uno de los casos más recientes fue el atentado ocurrido en febrero, cuando un chico de 14 años fue obligado a participar en un ataque contra una base de reclutamiento militar que costó la vida a 31 cadetes.