Hace 50 años durante los ejercicios militares soviéticos en la parte norte del océano Atlántico se produjo la primera avería en la historia de los submarinos atómicos. El sistema de enfriamiento del reactor de la nave K-19 quedó fuera de servicio. Existía el peligro de que la nave explotara y se diera una catástrofe ecológica global.
El capitán del submarino ordenó cambiar la parte afectada del sistema con materiales que obtuvieron en la misma nave y sustituyeron esta parte en el reactor. Los trabajos tardaron dos horas, durante las cuales todos los que estaban a bordo recibieron su parte de radiación. 46 de ellos fueron envenenados seriamente, y ocho se vieron afectados de una manera más grave, muriendo luego en hospitales debido a la radiación.
Cuatro días después de la avería toda la tripulación de la nave fue hospitalizada y pasó un largo tratamiento. Toda la información sobre los acontecimientos era secreta, y los marineros no decían nada ni siquiera a sus familiares. El propio submarino tras ser reparado volvió al servicio y recibió el apodo no oficial de 'Hiroshima' y tenía fama de nave desgraciada.
Esta fama se confirmó muchas veces: a bordo se registraban incendios, chocaba contra otros submarinos, y los 8 muertos tras la avería de 1961 no fueron los últimos: un incendio en 1972 se cobró la vida de 28 personas.
Finalmente, en 1990 la nave fue dada de baja. Aproximadamente en el mismo período la información sobre la avería dejó de ser secreta. En el año 2002 salió la película 'K-19: The Widowmaker' ('K-19: El enviudador'), basada en la historia de este submarino.