Con el arranque del juicio por crímenes de guerra contra el ex jefe militar serbio-bosnio Ratko Mladic como telón de fondo, vuelven a levantarse las voces de quienes acusan al Tribunal de La Haya de prestar más atención a las atrocidades de uno de los dos bandos y de olvidarse de las masacres perpetradas por el otro.
Mientras unos acusan a Mladic de crímenes de guerra en el conflicto de Bosnia, entre 1992 y 1995, como la masacre de Srebrenica, hay otros que se quedan fuera del foco de la atención internacional.
Brani Vucetic, un superviviente serbo-bosnio del conflicto, responsabiliza a los generales bosnio-musulmanes la muerte de sus familiares.
“Tenía sólamente 9 años cuando llegó Nasir Oric y me arruinó la vida. Mató a mi madre, a mi padre y a mi hermano. Yo fue herido y me hicieron prisionero. Pasé con ellos 56 días y sólo Dios sabe cómo pude sobrevivir”, dijo Brani.
Brani no es el único que carga con esta misma desgracia. Son muchos los que, además de haber perdido a sus seres queridos, se sienten desamparados por la justicia.
“Nos sentimos traicionados. Cuando Oric se presentó ante el tribunal de La Haya tuve que participar como testigo. Pero todos se olvidaron de mí y de unas 30 personas que sobrevivieron a la misma catástrofe. Nadie nos llamó ni preguntó qué pasó con nuestras familias”, lamentó Brani.
La pequeña ciudad de Srebrenica parece idílica, con sus casas nuevas y sus calles llenas de gente pacífica. El ambiente es casi bucólico. Una mezquita y una iglesia ortodoxa comparten hoy el centro de la localidad, pero hace 16 años este mismo escenario tenía los contornos de un infierno. El conflicto de Yugoslavia ahogó al país en sangre.
La confrontación de varias etnias se vio acentuada a por una masacre en la que todas las partes luchaban con un solo objetivo: defender sus intereses y aplastar a los que no fueran de su población.
Las consecuencias de todo lo sucedido apenas han salido a la luz. Así, una investigación de Naciones Unidas reveló que ocho mil adolescentes y adultos musulmanes fueron masacrados por las tropas serbo-bosnias. Ahora, el conjunto escultórico levantado en memoria de estos muertos se encuentra en lo que fue una base militar de la ONU. A este lugar acuden frecuentemente numerosos turistas, pero nadie muestra a los visitantes los cementerios de los alrededores de Srebrenica, plagados de cuerpos de miles de serbios caídos a manos de los musulmanes.
Los medios occidentales suelen acusar sólo a los serbios de las muertes que se cobró el conflicto. Y la mayoría de los veredictos (emitidos por el tribunal de La Haya) fueron dictados contra los soldados de esa nacionalidad. De todos los procesados destaca por encima de todos el nombre de Ratko Mladic. Este general serbo-bosnio acusado de ordenar la masacre en Srebrenica, se encuentra en pleno proceso judicial. Él no admite su culpa y afirma que solo protegía su pueblo.
Una postura que la OTAN no comparte y por la que de nuevo se implicó en los asuntos internos de un país para intentar resolverlos desde fuera.
“No puedo leer en los cerebros de los representantes de la OTAN, pero supongo que tratan de inventar justificaciones para sus así llamadas intervenciones humanitarias”, dijo Stephen Karganovic, investigador de Global Research.
Tal y como sucedió en Yugoslavia, actualmente la alianza vuelve a repetir sus maniobras. La misión de la OTAN en Libia ha abocado el conflicto a un círculo vicioso del que no parece poder salir. Y tanto en el país norteafricano, como en el conflicto yugoslavo sobrevuela el halo de una pregunta que sigue sin respuesta: ¿Se podría haber solucionado la confrontación sin una intervención externa? ¿No es mejor que los conflictos internos se resuelvan entre las partes afectadas sin que se impliquen intereses de fuera que dejen en un segundo plano la solución del problema en detrimento de las apetencias de las grandes potencias?
Porque si lo que busca la alianza es llevar a buen puerto estas confrontaciones, parece demostrado que las injerencias siempre conllevan un peor resultado...
“En la mente de muchos lo que pasó en Srebrenica fue un genocidio que hubiera podido ser prevenido. Pero la así llamada comunidad mundial no hizo nada”, dijo el investigador Stephen Karganovic.
Mientras la comunidad internacional busca una solución a los diferentes conflictos, tales como el de la antigua Yugoslavia, Libia, Afganistán y otros tantos en el mundo, Brani seguirá acudiendo al cementerio a rezar por sus seres queridos que nunca volverán a su lado y que ninguna decisión judicial le podrá devolver.