En vez de reducir su contingente en Afganistán para 2012, como recientemente ha prometido el presidente de EE. UU., Barack Obama, Washington planea sustituir a sus militares por tropas de élite.
El Pentágono ya empezó a reunir sus fuerzas especiales de todo el mundo, desde Filipinas hasta Irak, a fin de no permitir la fortificación de las posiciones de los Talibán y continuar la lucha contra el movimiento islamista a medida que se entrenan las fuerzas afganas de seguridad para la continuación del conflicto.
Teniendo en cuenta la promesa de Obama de retirar de Afganistán en los próximos doce meses unos 33.000 efectivos, 10.000 de los cuales tienen que salir a lo largo de este año, es la única manera por parte de Washington de contrarrestar la recuperación de Talibán en el país, indica el periódico The Times.
Obama quiere evitar que se le vea débil contra el terrorismo
De acuerdo al comando de operaciones especiales, organismo, que en los últimos nueve años duplicó el número de su personal hasta 61.000, la estrategia afgana incluiría unidades de boinas verdes, rangers, navy seals y fuerzas Delta.
En este sentido una parte de los 3.000 cuerpos de élite que se encuentran en Irak pasaran a formar parte de un comando especial superior a 7.000 efectivos, que actualmente están estacionados en Afganistán. Mientras sucede esto, las tropas convencionales harían su retirada hacia suelo estadounidense.
Sin embargo, este argumento presenta una contradicción. Por una parte, la intención de Obama es lograr un retiro gradual de las tropas regulares pero, en cambio, los comandantes militares norteamericanos y una parte de los legisladores que apoyan activamente al sector industrial militar, ahora parecen temer que la reducción de tropas afecten negativamente los supuestos progresos obtenidos hasta el momento.
"El presidente quiere evitar ser proyectado como débil contra el terrorismo", asegura Eladio José Armesto, vicedecano del Colegio Nacional de Periodistas Cubanoamericanos.
¿Qué consecuencias tendrá mantener las operaciones especiales en Afganistán?
Los analistas consideran que este escenario tiene, por lo menos, cuatro consecuencias a corto y largo plazo. Políticamente la Administración de Obama ha expresado en más de una ocasión su deseo de derrotar totalmente al Talibán con miras a un nuevo término demócrata en la Casa Blanca.
Sin embargo, militarmente la campaña en Afganistán no ha sido el éxito rotundo que se planteó desde su inicio durante el Gobierno de Bush hijo.
Además, en aspectos económicos el costo de mantener -ya sea fuerzas convencionales o unidades de élite- es prohibitivo en el contexto de una deuda interna en crisis.
En el excesivo gasto militar que plantean dos guerras tampoco descarta un cuarto aspecto, raramente considerado por los medios estadounidenses, y es que el enorme costo humano que ha dejado y continúa dejando a su paso la maquinaria militar estadounidense en su afán de librar guerras interminables es una evidencia constante y terrible para el número de muertes que sigue causando este conflicto.