Los sobrevivientes del naufragio del Bulgaria, la nave rusa con 185 personas a bordo que se hundió este domingo en el río Volga, han llegado al puerto de Kazán. Les rescató el Arabella, otro barco que seguía el mismo rumbo que el siniestrado. Por fortuna, a bordo del mismo viajaba un grupo de médicos que prestaron los primeros auxilios a las víctimas.
Dos pasajeros más lograron nadar los tres kilómetros que les separaban de la orilla y salvarse por sus propios medios. Los socorristas todavía mantienen la esperanza de que algunos pudieran haber alcanzado también alguna de las numerosas islas que tiene el río.
La tragedia humana parece de dimensiones considerables. Una de las pasajeras rescatadas del Bulgaria ha contado: “¡Fuimos enterrados vivos, como si estuviéramos en un sarcófago de piedra! Hemos escapado por los ojos de buey. El barco ya estaba hundido, subí desde el fondo del río”.
Sus siguientes palabras permiten conocer toda la profundidad de su dolor: “Tenía a mi hija de 10 años conmigo. La traté de sujetar hasta el último momento. Pero no pude sacarla: empezó a ahogarse y se separó de mi. Ya estábamos casi muertos, pero hubo como una expulsión de aire que me empujó a mí y yo salí. Pero la niña no. Y ahora ni siquiera sabemos dónde buscarla”.
La superviviente añade: “No soy sólo yo [la que he perdido a mi hija]. De los niños no sobrevivió casi nadie. Había muchos niños, casi más que adultos”. La mujer precisa: “¡Fue nuestra hija quien nos salvó la vida a mí y a mi marido! Vino corriendo y gritó: ¡habrá un naufragio ahora, tenemos que ponernos los salvavidas! Quedamos conmocionados: ¿¡cómo qué salvavidas?! ¿¡Qué naufragio!? ¡No hubo ningún aviso, ni nada! ¡Ni siquiera sabíamos dónde estaban esos salvavidas!”.
Nikolái Chernov, una de las personas rescatadas tras el naufragio, contó a RT: "Toda mi familia estaba allí, mi mujer y mi nieto, él iba a cumplir cinco años". Comentó que la tragedia probablemente se haya cobrado la vida de varias decenas de niños. Según su testimonio, minutos antes de que se produjera el naufragio, unos 30 niños subieron a la segunda cubierta para jugar. “Me temo que muchos de ellos habrán muerto”, dijo.
Otra pasajera cuenta llorando: “No sé qué les ha pasado ¡Ha sido un horror! ¡Todos gritaban, no entendíamos nada! Ellos [los niños] se hundieron”.
Una testigo añade: "No sabemos nada, mi sobrina no está en la lista. No sé qué pensar, era un viaje de tan solo un día. Y ahora no sabemos lo que pasa, no podemos localizar a nadie".
"La nave se inclinó a la derecha y desapareció en tres minutos”, relata Nikolái Chernov. Recuerda cómo en los momentos previos al naufragio había tormenta y llovía con fuerza: “La mayoría de los ojos de buey estaban abiertos. El barco se inclinó hacia la derecha y el agua empezó a entrar muy rápidamente en los compartimentos a través de ellos”. “Hay muchos muertos. Sobrevivir a una tragedia así era casi imposible. A bordo habría como 200 personas”, sentenció.
Contó, además, que cuando la nave se fue a pique, mucha gente permaneció durante horas en el agua. Durante ese tiempo dos barcos pasaron a su lado y no se pararon para ayudar. "Eran algo parecido a barcazas de carga. Y no se anclaron”, dijo el afectado.
La mayoría culpa de lo sucedido a los organizadores del crucero. Ana, una de las pasajeras del Arabella, el barco que rescató a los siniestrados, grita: “¡No deberían haber salido del puerto! Hacía muy mal tiempo. ¡Qué crucero, joder! Era responsabilidad del capitán prohibir la salida”.
Ni el capitán Alexánder Ostróvski, ni su mujer y su hijo, quienes viajaban en el Bulgaria como pasajeros, están entre los siniestrados rescatados.
Svetlana Alexéeva, empleada del Arabella, asegura que en el momento de la catástrofe el viento alcanzaba los 30 metros por segundo: “Todo pasó muy rápidamente. Ni siquiera tuvieron tiempo para bajar los botes salvavidas. Lo único que pudieron hacer fue abrir dos balsas salvavidas. La mayoría de los pasajeros simplemente saltó al río”, afirma. Precisa que los que estuvieran en sus compartimentos tienen muy pocas posibilidades de salvarse.
El estado del Bulgaria antes del accidente es ahora uno de los temas más discutidos en la red. Uno de los usuarios, bajo el apodo de ‘Rpr’, comenta: “Trabajamos en este barco. No es que sea simplemente viejo, es que es muy viejo. Tenía una velocidad muy baja y siempre llegábamos a los puertos de destino con muchísimo retraso. Y permanentemente necesitaba reparaciones”.
Otro cibernauta, ‘Antonio’, cuenta su experiencia como pasajero: “En el crucero del 3 de julio el motor del Bulgaria se paró en tres ocasiones. Cuando el motor se detenía, se iba también la electricidad: dejaba de funcionar incluso la radiocomunicación. ¿Dónde, quisiera saber yo, estaban los generadores de reserva? Para poder volver al puerto de salida a tiempo, cancelaron tres paradas y sus respectivas excursiones. Eso, porque todos los billetes para el siguiente crucero ya estaban vendidos”.
Según aseguran los foros de la red, el Bulgaria, fabricado en 1955, tenía desde hace mucho este tipo de problemas. Una de las reclamaciones más llamativas es del año 2009: la usuaria apodada ‘Oxanochka’ comenta: “En el crucero el barco estuve a punto de ‘morir’. Pensábamos que jamás volveríamos: ¡tuvimos un retraso de ocho horas! Algunos llegaron con retraso al trabajo, otros perdieron su tren”.
La construcción del barco se inició en 1952, en la antigua Checoslovaquia. En 1955 entró en explotación. Desde entonces se modificó en varias ocasiones. De un total de 36 naves construidas en el marco de aquel proyecto, sólo cuatro más siguen usándose: una construida en 1954, dos de 1956 y una cuarta del año 1958.