Venezuela integra a los niños discapacitados por medio de la música

El programa de Educación Especial del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela fue creado en 1995 con el fin de integrar a los niños y adolescentes con necesidades especiales en la sociedad a través de la música para que superaran sus limitaciones.

Y los coordinadores del proyecto siguen recibiendo a nuevos miembros que tienen el síndrome de Down o de Usher, autismo u otras minusvalías. Aquí no existen impedimentos para apoyar al talento de cada uno de ellos.

“Estamos convencidos de que el alma no tiene discapacidad. Todo lo que el hombre se proponga hacer en la vida lo conquista siempre que lo desee, y en el momento que sea el hombre mueve el espíritu, mueve el alma”, señala el profesor Jhonny Gómez, creador del programa que actualmente agrupa a alrededor de 700 jóvenes venezolanos y ya se ha extendido a 30 ciudades del país.

“La verdad es que cuando uno deja de ver, el oído se vuelve más agudo y eso es lo que nosotros, los seres humanos, tenemos: nos falta algo, pero podemos desarrollar otra cosa. Y de esa manera trabajamos acá”, señala Gómez.

El Coro de Manos Blancas pertenece a esta gran familia y está formado por niños y adolescentes con dificultades auditivas, visuales y cognitivas. Cuando el coro empieza, sólo algunos miembros cantan en voz alta. Pero el silencio del resto dice más que mil palabras.

La mayoría de estos niños tienen problemas auditivos y su manera de expresarse son los gestos. Por eso sus integrantes utilizan guantes blancos como un símbolo de la integración a la que es capaz de llevar la música a otros niveles.

Jéssica Montes de Oca lleva 12 años cantando en el grupo. Aquí la trajo su hermana, que al igual que ella, no puede oír. Dice que este programa ha cambiado su vida, ya que en las actividades musicales conoció a muchas personas sordas. Cuenta que al principio no fue fácil, pero poco a poco uno aprende.

“Los que cantan están en un lado y los sordos en el otro. Nosotros vemos las señas. En realidad, hacemos un trabajo igual, ellos tienen las voces y nosotros las señas. A mí me gusta mucho como hacemos igual la música”, dice la niña.

Todo esto hubiera sido imposible sin el esfuerzo y las estrategias especiales de sus maestros. Su objetivo es dar a los estudiantes un lugar seguro y divertido sin olvidarse de estimular un alto concepto de excelencia musical. Sus profesores son sus compañeros.

“Es un trabajo que va unido a mucha espiritualidad porque tienes que creer en el ser humano. Para lograr una obra completa, tienes que incorporarte, es estar al servicio de los muchachos, es convertirte en su voz, en su oído”, explica la profesora Naibeth García, quien creó el Coro de Manos Blancas en 1999.

Las Manos Blancas incluyen también a los que no tienen ninguna discapacidad. Este programa es un recuerdo de que todos en este mundo tenemos el derecho a una vida plena.