Prácticamente nada se hace en el mundo para poner fin a la producción de drogas en Afganistán. Al respecto, Rusia está combatiendo este flujo de opio por su propia cuenta, según afirma Víctor Ivanov, jefe del Servicio Federal de Control sobre la Circulación de Drogas (SFCCD).
En los últimos ocho años la producción de estupefacientes en Afganistán —el país que más drogas produce en el mundo— ha aumentado cuarenta veces, situación que afectó particularmente a Rusia.
RT: ¿Es grave el problema de la drogadicción en Rusia?
Víctor Ivanov: La mejor forma de evaluar el nivel de la dependencia a las drogas en Rusia es accediendo a los datos del Ministerio de Salud y del monitoreo internacional sobre la drogadicción. Por el momento la cantidad de drogadictos se calcula contando a aquellos que usan drogas y también a los casos de abuso: cerca de 2–2,5 millones de personas. Por supuesto, esta cifra es aproximada pero muy cercana a la realidad.
RT: La mayoría de los estupefacientes prohibidos provienen de Afganistán. ¿A través de qué países ingresan a Rusia?
VI: En lo que se refiere a la situación con el abuso de drogas, yo diría que la causa principal tiene un carácter externo: la inmensa mayoría del opio se produce en Afganistán. Luego se transporta a Rusia a través de fronteras no protegidas, y hasta las llamaría virtuales, que se establecieron después de la caída de la Unión Soviética. De ahí la estructura de la drogadicción en el país, caracterizada por el hecho de que un 90% de los drogadictos usan opio de procedencia afgana. Por supuesto que la mayoría de estas drogas llega a Rusia a través de la frontera entre Rusia y Kazajistán puesto que no tenemos una frontera común con otros países de tránsito.
RT: Hoy en día continúan las operaciones antiterroristas en Afganistán que se llevan a cabo con cooperación de la OTAN. ¿Hay alguna ayuda en la lucha contra el tráfico de drogas entre los Estados Unidos y los Estados de la OTAN, por una parte, y con Rusia, por otra?
VI: Sí, en el contexto de Afganistán debe ser mencionada la así llamada iniciativa estratégica, que tiene por objetivo luchar contra la producción y tráfico de drogas de ese país. Lamento señalar que estas estrategias están fallando. Así, podemos afirmar que la eficiencia de la cooperación internacional en este aspecto es excepcionalmente baja. Les daré un ejemplo: en 2008, la vigésima sesión especial de la Asamblea General de la ONU adoptó la llamada Declaración Política sobre la Drogas. Una afirmación clave de la mencionada declaración fue la necesidad de erradicar las plantaciones de drogas, entre ellas las de cannabis, amapola y coca.
En el mes de marzo del año en curso discutimos el trabajo realizado durante la última década. Desafortunadamente tuvimos que constatar que la mencionada declaración política de la comunidad mundial ha fracasado rotundamente. ¿Por qué? Porque la producción de la amapola de opio en Afganistán no ha disminuido, al contrario, se ha triplicado.
Tan sólo en Afganistán se está produciendo el doble de cantidad de opio que lo que se producía en el mundo entero hace unos diez años; esto nos da una idea acerca de la eficiencia de la declaración. Además, cabe destacar que los enfoques hacia la lucha contra la producción de drogas en Afganistán son muy distintos de los que se usaban en los Estados del Triángulo de Oro en los años 70.
Igual de distantes son los enfoques que se aplican actualmente en la lucha antidrogas en el continente Latinoamericano, en particular en Colombia, donde las plantaciones de coca son eliminadas por sustancias químicas diseminadas desde aviones. Mediante estas sustancias químicas el pasado año fueron destruidas unas 570 mil hectáreas de plantaciones de coca entre las 700 mil existentes. Dicho método no se usa en Afganistán. En vez de ello en ese país se aplica el método de “destrucción mecánica”, es decir, mediante varas. Los campesinos locales eliminan las plantaciones de opio con varas y arados, o tractores en el mejor de los casos. Las fuerzas internacionales no controlan esto, se han separado del proceso, responsabilizando de todo a las autoridades locales. Como resultado, el año pasado se eliminaron solo 12 mil hectáreas de plantaciones de las 370 mil existentes. De este modo, podemos notar que la eficiencia de la lucha antidrogas en Afganistán es 46 veces menor que la de Colombia.
RT: ¿Cree usted que la presencia del contingente militar internacional empeora la situación?
VI: Acaba de ser publicado un libro de David Kilcullen, ex consejero del general David Petraeus y que trabajara anteriormente con Condoleezza Rice. Es un conocido analista y antropólogo político. En su libro señala, entre otras cosas, que cuanto más agudas son las tensiones políticas en la región mayor será la motivación de los campesinos locales para cultivar drogas.
RT: Afganistán no es el único país desde donde se organiza el contrabando de narcóticos a Rusia. ¿Cuáles son los otros vecinos peligrosos de Rusia?
VI: Yo no les llamaría “vecinos peligrosos”. Necesitamos ser amigos con nuestros vecinos. Un proverbio chino dice que un buen vecino vale más que un pariente lejano. Así que, sin duda alguna, precisamos de buenas relaciones con nuestros vecinos, tal como lo estamos haciendo con nuestros colegas de Asia Central, los Estados Europeos, China, el área del Extremo Oriente y con otros países. Tenemos un enemigo en común: el crimen organizado, los carteles de drogas que las producen y trafican a los países vecinos así como a su propio pueblo. De tal modo, puedo afirmar que estamos colaborando estrechamente con nuestros socios europeos, sobre todo con Polonia, los países del Báltico, Holanda, Alemania, Francia, Italia, prácticamente todos los Estados de la Unión Europea y Escandinavia, debido al aumento del contrabando de drogas sintéticas a Rusia procedentes de Europa. Dado el alto nivel de desarrollo de la industria química en los países europeos, los distribuidores de drogas se aprovechan produciendo nuevos tipos de narcóticos.
RT: ¿Cuán desarrollada está la industria de las drogas en Rusia?
VI: En Rusia se están fabricando dos tipos de drogas. Primero, tenemos laboratorios que desarrollan drogas sintéticas. En su gran mayoría estos laboratorios están localizados en grandes centros industriales: San Petersburgo, Samara o los Urales, es decir, en ciudades que cuentan con especialistas en las industrias química y petrolera. Lamentablemente está aumentando la cantidad de jóvenes químicos que producen drogas. Normalmente, la causa de esto es que los jóvenes profesionales son incapaces de encontrar un trabajo bien remunerado después de graduarse de una universidad. Como consecuencia, la situación les induce a elaborar drogas ilegales, lo que indudablemente les significa mucho más dinero.
Segundo, en nuestras regiones está proliferando el cáñamo o cannabis, plantación utilizada en la producción de la marihuana, un narcótico ligero, o su sustancia más concentrada, el hachís. Su producción está desarrollada principalmente en el Extremo Oriente y en el Sur de Rusia, cerca del Mar Negro, zonas de climas más favorables para estos cultivos. Las tierras fértiles no se utilizan para cultivos normales y esto desemboca directamente en la producción ilegal de drogas. Los campos de cultivo disponibles en seguida se siembran con marihuana y la gente deja de trabajar en las granjas, dando prioridad a la producción de drogas.
RT: ¿Qué mejoras habrá que introducir en el trabajo del Servicio, así como en la legislación en general, para hacer más eficaz la lucha contra el narcotráfico?
VI: Desde el punto de vista legislativo existe un amplio programa. No existe una solución mágica, capaz de ser escrita como una ley. Se trata de una amplia gama de medidas: enmiendas en el Código Penal, la Legislación Administrativa, el Código Civil y en los Tratados Internacionales. Todo ello habrá de ocupar su correspondiente sitio y servir para un solo objetivo, el de luchar contra el narcotráfico. Tomemos como ejemplo el Código Penal. En la legislación actual rusa hay dos especificaciones para la persecución criminal por narcotráfico: por grandes cantidades y por cantidades extragrandes. Estos dos puntos son determinantes para aplicar la pena. Según esta legislación, la cantidad extragrande de heroína son 2,5 gramos. Sin embargo, el rango de pesos de las drogas confiscadas posee un rango muy amplio: desde medio gramo a cientos de kilos.
Además, el peligro social de estos crímenes es muy diferente, pero la legislación actual no hace ninguna distinción entre ellos. De este modo, proponemos introducir las enmiendas correspondientes: cuanto más alto es el peligro social más fuerte ha de ser el castigo. Eso es normal. De este modo, si se trata de grandes cantidades, de miles dosis, deberá ser calificado como un crimen de alto peligro, con condenas desde los 20 años hasta la cadena perpetua.
RT: ¿Qué piensa usted sobre la reciente iniciativa del Presidente sobre las pruebas de drogas obligatorias para los estudiantes?
VI: Creo que la cierta turbulencia social con respecto a esta iniciativa se debe a una falta de información acerca la propuesta. Nadie se está preguntando qué tipo de pruebas clínicas se harán con el material biológico humano, me refiero a la orina y la sangre. Se analizan más de veinte parámetros distintos: eritrocitos y leucocitos, nivel de bilirrubina, etc. No se pide permiso a nadie para aplicar esos tipos de pruebas; la gente simplemente entrega su sangre para que se efectúen distintas pruebas con ésta. De igual manera, pueden hacerse pruebas adicionales pero para el metabolismo de drogas. Es absolutamente normal. Naturalmente, no obstante, la información sobre ciertas sustancias presentes en el organismo humano no debe darse a conocer públicamente, por ejemplo en las escuelas. Los doctores han de guardar en secreto los datos confidenciales y, cumpliendo con su juramento, entregar estos datos solo al paciente y sus representantes legítimos en el ámbito social, es decir, a sus parientes. Estoy seguro de que cualquier padre quiere saber si su hijo está enfermo. Por eso, esto no ha de ser un asunto de terceros, ni de la administración escolar ni de los compañeros de clase.
RT: ¿Cree usted que el problema se hace aún más agudo en la situación de la crisis financiera global?
VI: La crisis financiera afecta a todos los aspectos de la vida: aumenta el nivel de desempleo y se contraen los ingresos de los habitantes. A pesar de todo, los ingresos de los narcotraficantes no disminuyen, al contrario, siguen creciendo. Prueba de ello es el creciente nivel de la drogadicción en el país. Por ejemplo, las cantidades de hachís afgano interceptado en la frontera con Rusia se han duplicado. Este hecho nos hace pensar que la demanda de drogas sigue creciendo en nuestro país. Aumenta también la cantidad de heroína ingresada a Rusia.
RT: ¿Cree usted posible que las drogas blandas se legalicen total o parcialmente?
VI: Mientras estemos trabajando aquí no creo que sea posible. Tenemos una opinión consolidada entre los líderes políticos, los especialistas del Ministerio de Salud Pública y de nuestros colegas del Servicio Federal de Control sobre la Circulación de Drogas. La legalización de drogas blandas será un peligroso asunto resbaladizo, puesto que la drogadicción es capaz de hacer pasar desde un tipo de droga a otro, desde las drogas blandas a las drogas duras, y después ya no se podrá dar marcha atrás. Si se tiene en cuenta la práctica común de los Países Bajos deseo señalar que no es un ejemplo positivo. La mayor parte de los habitantes de Europa, de los Estados Unidos y de Escandinavia, no considera que ésta sea una buena idea.