Osetia del Sur recuerda con dolor a las víctimas de la agresión georgiana
Este lunes 8 de agosto se cumplen tres años de la ofensiva georgiana en Osetia del Sur en 2008 que desencadenó el conflicto entre Moscú y Tbilisi, y que derivó después en el reconocimiento de independencia por parte de Rusia y otros países de dos repúblicas caucásicas: Abjasia y Osetia del Sur.
Osetia del Sur recuerda con dolor a las víctimas de la agresión georgiana, que interrumpió la pacífica vida de la república caucásica. Tres años después de la tragedia, el país está muy cambiado, se han construido muchos edificios nuevos y se ha recuperado de manera significativa la infraestructura del país. Algunos ciudadanos se muestran positivos en lo que se refiere al futuro del país, mientras que otros viven con miedo a una posible nueva agresión.
Las actividades conmemorativas en la ciudad de Tsjinval, capital de la república, empezaron a las 11.35 de la noche, la hora exacta del comienzo de la ofensión georgiana contra Osetia del Sur. Para este país este día es un día de luto, el día que recuerdan a las víctimas de aquel conflicto armado y a los defensores de la patria.
La atmósfera que se vive en la ciudad este día es inmensamente triste. La gente lleva en las manos velas encendidas, muchos no pueden contener las lágrimas. En la Plaza de la Iglesia, donde tienen lugar los homenajes principales, probablemente no haya ni una sola persona para la que los acontecimientos de agosto de 2008 no fueran una tragedia personal.
La ciudad de Tsjinval revive la noche infernal
El doctor se acababa de graduar de la Universidad. Era el único orgullo de su madre. A principios de agosto de 2008, Georgui fue a su ciudad natal para ver a su familia y fue entonces cuando pudo poner en práctica sus conocimientos médicos por primera… y última vez. Cuando acudía a dar auxilio a uno de los heridos, un potente proyectil destruyó prácticamente la casa donde se encontraba.
De aquél trágico día han pasado ya tres años, pero el tiempo transcurrido no da consuelo a la madre que perdió a su hijo.
"Él lo fue todo para mí. Estoy fatal. ¿Acaso esto es vida? Yo no vivo, estoy muriendo lentamente. ¿Cómo no pude presentirlo? ¡Qué tipo de madre soy! Me veo obligada a seguir por mi hija. Pero los últimos años prácticamente vivo en el cementerio".
La vivienda de Taisia fue totalmente incendiada durante el conflicto armado y ahora habita una casa que le dio el Gobierno suroseta. Este barrio nuevo parece ser un lugar de bienestar, pero en realidad las paredes de cada una de las viviendas guardan una historia desoladora.
Entre los caídos había mujeres, ancianos y niños...
En agosto de 2008, la ciudad de Tsjinval vivió sus días más negros. Ahora la gente trata de volver a la normalidad. Pero 3 años después del conflicto, las huellas de la agresión georgiana aún recuerdan a los surosetos el infierno por el que tuvieron que pasar.
Durante el conflicto armado de 5 días la capital suroseta literalmente quedó en ruinas. Los agresores georgianos utilizaron los cohetes Grad, que cubrían el poblado con una incesante corriente de proyectiles. El fuego destruyó edificios administrativos, hospitales e incluso iglesias. Entre los caídos había mujeres, ancianos y niños.
El campamento de pacificadores, situado en la frontera sur con Georgia, fue uno de los primeros objetivos de los atacantes. La sargento Maya Bestayeva fue una de las que estuvo de guardia aquella noche y consiguió salir de ahí con solo una herida.
"Entre las 5 y 6 de la mañana abrieron fuego contra los pacificadores. Entonces quedé herida. Me acuerdo tan solo de una explosión. Perdí la conciencia. Claro que todos tenían miedo, pero igual trataban de cumplir con sus obligaciones esquivando las balas y la fuerte artillería", recuerda María.
A pesar de que el asalto fue inesperado, los defensores de Tsjinval pudieron resistir. Pero el fin del conflicto fue posible gracias a la intervención de las tropas rusas.
Más tarde, Osetia del Sur fue reconocida como nación independiente por una serie de países, como la Federación de Rusia, Venezuela y Nicaragua, entre otros. La nueva generación de surosetas ha crecido traumatizada por los conflictos en su tierra. Seguramente que no hay niño o niña que no tenga recuerdos dolorosos. Sin embargo, el infinito amor a su patria y su cultura los impulsan a seguir adelante.