Las bolsas se desploman pero Obama se muestra optimista
Las bolsas estadounidenses cerraron hoy con un vertiginoso descenso del 5,55% del Dow Jones Industrial Average, el principal índice de la actividad de negocios en el país, que restó 634,76 puntos hasta quedarse en 10.809,85 tras el anuncio de la rebaja de la calificación de la solvencia crediticia de EE. UU. por la agencia Standard & Poor's (S&P).
A su vez, el índice de Nasdaq, la bolsa electrónica que agrupa a compañías de alta tecnología, bajó un 6,90%, o 174,72 puntos, hasta los 2.357,69. Por su parte, el S&P 500, que incluye las 500 mayores empresas del mercado estadounidense, cayó un 6,66 % o 79,92 puntos, hasta quedarse en 1.119,46.
El viernes la agencia S&P rebajó por primera vez en la historia la calificación de la solvencia crediticia de EE. UU. de 'AAA', la máxima posible, a 'AA+'. El Departamento del Tesoro de EE. UU. cuestionó la competencia de S&P, esgrimiendo que la agencia se equivocó en 2 billones de dólares en sus cálculos del ratio de la deuda sobre el PIB.
Por su parte, el presidente Barack Obama declaró el lunes que EE. UU. siempre será "un país 'AAA'". "Tenemos los trabajadores más productivos, la tecnología más avanzada, los empresarios con más iniciativa", afirmó el mandatario.
Asimismo Obama señaló que una "gestión equilibrada" es imprescindible a la hora de resolver la situación actual y sostuvo que "la incapacidad política" de resolver el problema es lo que preocupa realmente a los inversores.
Los expertos señalan que "el problema de gobernabilidad en EE. UU." ha sido uno de los argumentos de S&P para bajar la calificación de la credibilidad del país. "No se sabe si se va a cumplir el arreglo al que se llegó para tratar de resolver el problema de los números rojos en las cuentas del Gobierno", señala el analista Isaac Cohen.
El pasado 2 de agosto el mandatario estadounidense firmó la ley que elevó el tope de la deuda del país. El documento incluye un aumento de al menos 2,1 billones de dólares del techo límite de la deuda hasta 2013 y una reducción del déficit mediante recortes del gasto público de cerca de 2,5 billones de dólares durante la próxima década. Dicho documento se ha convertido en un verdadero obstáculo entre los Demócratas y los Republicanos, que tardaron mucho en llegar a un acuerdo sobre el mismo.