Los sangrientos enfrentamientos entre narcotraficantes y policías dejaron 17 muertos en Río de Janeiro, dañando la reputación de las autoridades de Brasil. Ellas prometieron solucionar el problema de la delincuencia para antes de los Juegos Olímpicos de 2016.
El tiroteo entre bandas rivales de narcotraficantes sembró el pánico en las favelas de Morro dos Macacos, Jacarezinho, Mangueira y Riachuelo. Fuerzas policiales fueron puestas en estado de alerta cuando en la ciudad empezaron los disturbios; posteriormente se movilizaron 4500 policías suplementarios.
Los narcotraficantes emplearon armamento pesado y los disparos incluso alcanzaron a un helicóptero de la policía que se dirigía a la zona del conflicto. El aparato cayó envuelto en llamas sobre un campo de fútbol y sus dos ocupantes murieron.
El domingo la situación parecía haberse calmado, sin embargo, al final del día se produjeron nuevos enfrentamientos en la favela de Jacarezinho.
Las autoridades de la ciudad hacen todo lo posible tanto para calmar a los brasileños como al Comité Olímpico Internacional (COI). Hace dos semanas Río de Janeiro fue nombrada sede de los Juegos Olímpicos de 2016. “La ciudad será pacificada para el Mundial de Brasil 2014 y para los Juegos de 2016, en los que habrá 40 mil policías en las calles”, dijo el gobernador de Río, Sergio Cabral. Tras meditar un momento añadió: “Ya le dijimos al COI que no era fácil y ellos lo saben”.