Aunque la información que llega de Libia últimamente es contradictoria, los especialistas coinciden en que la batalla por Trípoli puede ser decisiva en el conflicto.
Sin embargo, el futuro del país después de la guerra “parece muy oscuro”, según el analista político Basem Tajeldine. Opina que con el posible “derrocamiento de Muammar Gaddafi no se calmará la situación en el país", puesto que "los rebeldes no están unidos en torno a un solo líder y pueden enfrentarse entre ellos mismos".
Por eso si los grupos de resistencia “logran el objetivo de tomar el poder, aún asesinando a Gaddafi, se desatará una lucha interna entre ellos que podrá ser mucho más criminal”, mantiene Tajeldine.
Por su parte, la periodista Susan Lindauer opina que la ira popular en Libia podría cambiar ahora de objetivo y dirigirse hacia la OTAN. Según ella, la Alianza “entró a la fuerza, pero no logró establecer la democracia en Libia por medio de las armas y el pueblo libio puede estar furioso con ellos”. “A esta gente no le gusta sentirse derrotada” y tampoco desean “compartir su país y su petróleo con Reino Unido, Francia o Italia”, concluyó la periodista.
Mientras el hijo del líder libio, Saif al-Islam, reapareció en la televisión afirmando que las fuerzas gubernamentales aún controlan la situación en la capital, el Consejo Nacional de Transición (CNT) ya ha anunciado su inminente traslado de Bengazi a Trípoli.
En caso de llegar al poder, el CNT se enfrentaría a un doble problema: no sólo se encargará de la dirección de un país devastado por meses de guerra, sino que también tendrá que resolver sus problemas internos que pueden surgir debido a la heterogénea composición del organismo.
El CNT lo formaron en marzo de 2011 militares y civiles (líderes de tribus, políticos desertores del Gobierno, etc.) y se componía de unos 30 miembros en representación de las regiones controladas por los rebeldes.
El polémico asesinato del jefe del Estado Mayor, Abdelfatah Yunis, ya fue motivo de controversias entre el Consejo y las tradicionalmente poderosas tribus, lo que provocó la disolución del buró ejecutivo del CNT.
El jefe del Consejo rebelde, Mustafa Abdul Jalil, ordenó a su primer ministro, Mahmud Jabril, que formara un nuevo gobierno, pero de momento aún no se ha podido alcanzar este objetivo.