Un estadounidense que convirtió en apartamento un antiguo depósito subterráneo de misiles cree que su ejemplo puede servir para que los medios militares se utilicen con fines más humanos.
El lugar, situado en el estado central de Kansas, alojaba hace 40 años una bomba de hidrógeno, bomba mucho más potente que la que mató a más de 200.000 personas en Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial. La que que estuvo en ese lugar pudo borrar de la faz de la Tierra a más de diez millones de personas. Ahora este mismo emplazamiento sirve de apartamento para el ex maestro de historia Edward Peden.
Vivir en ese lugar le hace meditar mucho acerca de las amenazas de la Guerra Fría. Aunque aquellos tiempos han pasado, Ed teme que el eco de aquellos tiempos no haya desaparecido por completo. Opina que su Gobierno sigue tratando de someter a su gente con el temor y de dominar al mundo.
“Nuestra economía falló. Y, sin embargo, no han reducido drásticamente el presupuesto. Si reducimos nuestro presupuesto militar podremos construir casas para muchos vagabundos en nuestras ciudades, es decir, que es una cuestión de marcar prioridades”, señaló.
Mil millones de dólares se invierten cada año en el presupuesto militar estadounidense y el escudo antimisiles en Europa del Este añadiría mil millones más de gasto. El programa aún permanece en la agenda de Estados Unidos.
“El hecho de continuar con los planes de este escudo antimisiles es la misma vieja canción. Son costos militares que, según mi opinión, podrían ser sustituidos por gastos más razonables”, continuó.
Hace 15 años compró el antiguo silo por sólo 48.000 dólares y ha vivido allí desde entonces. En tiempos de la Guerra Fría, la carga y su cohete transportador que se guardaba aquí en una lanzadera, eran capaces de viajar 9700 kilómetros; una vez lanzado habría tenido como objetivo a la URSS. Ahora este espacio es un garaje… y guarda la motocicleta de Ed y un automóvil MG clásico.
Los vestigios de la Guerra Fría convirtieron a Ed en un magnate inmobiliario. Se mantuvo buscando y vendiendo estos sitios en Estados Unidos durante 13 años y señala que esto es lo más inteligente que jamás ha hecho. Ya ha vendido casi 50 localidades.
“No pudieron encontrar armas de destrucción masiva en Iraq, pero hemos tenido una aquí en nuestra propia tierra, en Estados Unidos hay centenares de estos sitios de lanzamiento”, subrayó.
Ed y su esposa Dianna han convertido este símbolo del terror en una fuente de inspiración y esperan que el resto del mundo siga su ejemplo.