Los meses de guerra han causado enormes daños en Libia y la situación en Trípoli, escenario de los combates durante los últimos días, es lamentable, según los informes que llegan de la capital.
Aunque el conflicto todavía no ha terminado (los rebeldes están preparando el asalto de Sirte), un dirigente del opositor Consejo Nacional de Transición (CNT) ya ha señalado que la reconstrucción de las infraestructuras del país durará al menos una década.
Los combates en Trípoli son cada vez menos frecuentes, pero la situación sanitaria en la capital es grave. Existen problemas con el suministro de agua potable, lo que puede provocar brotes de infecciones.
Los médicos locales también están preocupados por la situación en los hospitales de la capital, repletos de heridos y con un importante déficit de medicamentos y personal médico.
En las calles de Trípoli se ha acumulado basura y en algunas partes incluso quedan cadáveres no recogidos, según los medios.
Otro problema ocasionado por la guerra es la huida de una gran cantidad de encarcelados, entre los que hay miembros de la organización terrorista Al Qaeda enviados a Libia desde otros países como Irak, Afganistán o Somalia, según fuentes citadas por los medios.
El CNT, que ya se trasladó parcialmente a Trípoli, ha dirigido ayuda humanitaria a la capital de otras ciudades controladas por los rebeldes, como Misurata y Bengasi.
Sin embargo, algunos especialistas admiten que Libia puede necesitar también ayuda internacional. Así, por ejemplo, el Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado la iniciativa de descongelar los activos del coronel Muammar Gaddafi y emplearlos para responder a las necesidades del pueblo libio, aunque sería difícil asegurar que con ese dinero se financien realmente objetivos humanitarios.