El dolor que no cesa: la escuela de Beslán
El Dolor no olvida. En la república rusa de Osetia del Norte se conmemora hoy el séptimo aniversario de la tragedia de Beslán. En septiembre del 2004, la toma de una escuela por parte de terroristas dejó un balance de 334 muertos, la mayoría niños.
Encañonados por los terroristas, los rehenes permanecieron hacinados en el gimnasio durante 51 horas y 50 minutos, antes de ser liberados por las fuerzas de seguridad rusas. Precisamente ese es el tiempo que durará el homenaje en memoria de las víctimas. En las ruinas de la escuela se colocan velas, flores y juguetes de peluche. ¿Cómo vive la gente en la ciudad norosetia siete años después de aquella tragedia?
Ahora Irbek vive en Moscú, pero cada vez que se le presenta la oportunidad hace una escapada, visita su Osetia del Norte natal y es recibido por su amigo del alma.
Todo el que visita la República rusa de Osetia del Norte pasa por la 'Ciudad de los Ángeles'. Es un paradero lúgubre que nadie puede evitar. Como no se puede olvidar la oscura página de la historia que representa.
El cementerio rinde homenaje a las víctimas inocentes de un colegio local sitiado por extremistas hace siete años.
Entre las paredes de este centro más de 1000 niños y adolescentes atemorizados pasaron largas horas sin agua, ni comida. Para muchos padres que rezaban fuera por sus hijos, la esperanza murió junto con los pequeños capturados.
A los tres días, la arriesgada toma del edificio por las fuerzas de seguridad rusas acabó con el asedio y trajo la salvación a mujeres y niños.
Una de las afortunadas, Alina, fue salvada por los militares. Ella pasó varios meses hospitalizada con heridas de extrema gravedad.
“Recuerdo con claridad el momento más aterrador de los tres días. Fue cuando pensé que había perdido a mi hermano, que lo habían matado. Vi a uno de los extremistas disparar por la espalda a un chico joven y pensé que era él”, dice Alina.
Su hermano Zaur sobrevivió. Pero para cada uno en Beslán aquellos tres días funestos de septiembre de 2004 marcaron el comienzo de otra época en la vida de esta ciudad noroseta. No es de extrañar, que Alina, como tantos otros, prefiera no mencionarlo. Los locales se limitan a comentar que es un drama nacional que no se debe olvidar jamás.